LA JORNADA

Cuba quiere libertad, no diálogo con la tiranía

Dr. Oscar Elías Biscet.

Por Dr. Oscar Elías Biscet*
No es hora de dialogo ni de indulgencia con la dictadura, es hora de desmarcarse por siempre de Castro, sus acólitos y su régimen, y ponerle fin. No hay otra cuestión que plantearse sino aquella que lleve un cambio total y digno hacia la libertad de Cuba.

La esperanza es la fuente genuina y pura de inspiración para conquistar la libertad. Es la chispa resplandeciente e imperecedera que activa al motor iniciador de la conciencia humana para alcanzar el objetivo supremo de libertad.

La esperanza es la única y real cura al miedo que inmoviliza y hace llevar ese peso parsimonioso indeseable que cala de forma paralizante en una sociedad de miedo en interrelación con la pérdida de libertad.

Por eso, los Castro y su séquito impusieron aceleradamente los pelotones de fusilamientos, los masivos encarcelamientos políticos, destierros o éxodos, confiscaciones arbitrarias de propiedades y control totalitario de la sociedad con ideas extranjerizantes, desde la usurpación del poder en la nación; porque sabían bien, que con la aplicación del terror de estado asesinarían la esperanza y se consolidaría su régimen tiránico.

Por otra parte, después de 56 años de dictadura socialista, Fidel Castro muere a los 90 años en una cama de su domicilio. Quizás, fue feliz por su prolongada estancia en el poder del país; pero sus obras fueron verdaderamente un fracaso que llevaron a la quiebra económica, política-ideológica y moral de la nación. Él es el rey Mida a revés. Es, el rey Deyección; porque todo lo que tocó lo convirtió en esas inmundicias execrables.

A la muerte de Fidel, su hermano Raúl impuso un duelo obligado para todo el país. Algunas personas que no cumplieron con este mandato fueron golpeadas, penalizadas y requeridas por las autoridades policiales y paramilitares. Incluso, aquellos que disfrutaban cautelosamente de la música en el interior de sus casas, fueron amonestados también.

El silencio sepulcral se apodero de la nación, el miedo humano se exacerbo en el país. El gemido de angustia de un pueblo frisado por el terror fue recibido por los Emilianistas, activistas del Proyecto Emilia. Estos estuvieron en protestas públicas, todos los miércoles, durante 9 semanas, en varios parques de La Habana, Artemisa, Mayabeque y Pinar de Rio. Su objetivo era condenar el terror de estado impuesto por el régimen y darles esperanza a nuestros compatriotas de que podemos alcanzar de motu proprio la libertad y la democracia para nuestra patria. Que el Proyecto Emilia es el camino transitable, seguro y civilizado a una Cuba libre.

Los Emilianistas saben que la apatía moral surgida de la tristeza o la alegría cursi impuesta por el miedo, es de las peores enfermedades que solo puede acabarse por la rebeldía de un pueblo deseoso de libertad. Para matar esa esperanza, la dictadura castrocomunista desató la violencia y las amenazas sobre los activistas de derechos humanos. Algunos fueron presos y otros golpeados. La máxima arbitrariedad fue desatada sobre el Coordinador Nacional del Partido Unión por Cuba libre, Carlos Manuel Pupo. Este sufrió fractura de cadera durante su detención. Él y todos los miembros del Proyecto Emilia conocemos que mientras haya una persona que manifieste en público su hambre de libertad, la poderosa tiranía está a punto de quebrarse; porque un individuo plenamente libre es una roca inconmovible y esperanzadora de libertad.

Del mismo modo, en los últimos 57 años de la historia de nuestro país esclavo, no ha habido un mejor momento como este para ponerle fin a la dictadura socialista de Castro. Estas realidades contemporáneas reafirman nuestra opinión: El fracaso de la política de acercamiento, financiación y legitimación de la dictadura castrocomunista, por los gobiernos de Estados Unidos, Presidente Barack Obama, de Ciudad del Vaticano, S.P. Francisco I, y de los países europeos, en especial, la Unión Europea. La elección en América de una nueva administración que no aprueba el plan sobre Cuba de su predecesor, el Pdte. Donald Trump.

Esto hace desaparecer el posible sustentador financiero y económico a la dictadura. Además, la Venezuela chavista está en una grave crisis económica que le es imposible mantener el acuerdo económico benefactor con el régimen castrista.

Asimismo, el fin de la emigración ilegal a los Estados Unidos con el cierre de la política pies secos-pies mojados. El régimen comunista siempre hizo ver a los cubanos que sus esperanzas estaban fuera del país, en especial en EEUU, con el objetivo de aliviar la presión interna de jóvenes descontentos y después poder tomar sus recursos financieros. Ahora hay que poner los pensamientos y las esperanzas dentro de Cuba.

Otra de las realidades es la crisis económica acelerada a la que avanza el país, asociados a una burocracia rígida estalinista y los vicios de corrupción y vagancia exacerbados durante la sociedad comunista. Los frutos del fracaso del socialismo internacional, caída de los regímenes europeos orientales y de la Unión Soviética, 1989 y 1991, se refleja hoy con el despertar del pueblo cubano; que si bien es crítico en sus palabras, aún este pensamiento crítico no se refleja en la práctica. Pero pensamos que ese doble pensamiento desaparezca pronto, al perder el miedo y llenarse de esperanza, de que solo los problemas pueden resolverse en la Isla con libertad y democracia.

En 1994 se manifestó públicamente el descontento del cubano con el maleconazo. Este fue una reminiscencia tardía de las revoluciones europeas orientales, que fue controlada bien por Fidel, al derivar el descontento de los ciudadanos hacia otro éxodo, el de Guantánamo. Asociado a esto, la ausencia de un liderato opositor bien estructurado para guiar el espíritu rebelde de un pueblo. En estos momentos estamos mucho mejor, existe una oposición bien organizada, que sabe lo que desea para el cambio, y la dictadura no la puede derrocar. Además, surgirán muchos otros nuevos opositores porque la muchedumbre es la oposición.

El extenso período de tiempo del régimen socialista en el poder de la nación ha dado pruebas irrebatibles e inconfundibles de su mediocridad, fracaso y abuso de poder en todos los campos sapientes. A los cubanos solo le queda parafrasear aquel que crítico a un régimen absolutista y despótico en la Europa de la edad moderna. Cuando dijo: “Demasiado tiempo habéis estado en el cargo, para el poco bien que habéis logrado. Marchaos, os digo, y terminad de una vez. ¡En nombre de Dios, marchaos!” No es hora de dialogo ni de indulgencia con la dictadura, es hora de desmarcarse por siempre de Castro, sus acólitos y su régimen, y ponerle fin. No hay otra cuestión que plantearse sino aquella que lleve un cambio total y digno hacia la libertad de Cuba.

Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos*
Presidente del Proyecto Emilia*
Medalla Presidencial de la Libertad*

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