Las esperanzas con que grandes sectores de la sociedad nicaragüense aplaudieron el inicio del diálogo han caído a su punto más bajo. Sus aspiraciones principales eran parar la represión y hallar una salida pacífica a la crisis; sea adelantando elecciones o negociando la salida del gobernante. Ninguna se ha cumplido. Al inaugurarse el diálogo eran 76 los muertos, hoy se aproximan a los 300. Seis semanas después Ortega no ha dado el más mínimo indicio de aceptar cambios en el calendario electoral.
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Ha crecido entonces la convicción de que Ortega, como temían algunos, llamó al diálogo para ganar tiempo, encubrir su verdadera agenda, y cansar a la oposición. Lo que sugiere que el escenario más probable que tenemos enfrente es el de un dictador empecinado en continuar hasta el 2021 —como mínimo—, sin reparar en las consecuencias que esto tendría para el país.
¿Cuáles serían esas consecuencias? Las más trágicas, las pérdidas de vidas humanas, nadie las ha calculado. Las económicas las acaba de reanalizar parcialmente FUNIDES: Si la crisis dura hasta diciembre la economía se contraería a un menos 5.6% con una pérdida de 1,400 millones de dólares y quizás medio millón de empleos. Pero hay dos limitaciones en el análisis: no contempla el posible y catastrófico colapso de los bancos, y no mira más allá de diciembre. ¿Qué pasaría si para entrado el 2019 Ortega sigue negando la salida pacífica?
Es muy difícil calcular estos escenarios, en parte porque la crisis —los tranques, disturbios y masacres—podría ser más o menos severa, y porque el gobierno podría empeorar todo atizando como venganza política las tomas de tierras y los castigos fiscales. Lo que no es difícil predecir es que, en ausencia de un entendimiento, y ante el grado de indignación popular que existe, la situación seguiría siendo volátil; fatal para el clima de negocios y muy propensa para que el país entre en una espiral descendente que dejaría enanas las peores predicciones de FUNIDES.
Sencillamente: si Ortega sigue aferrado a gobernar hasta el 2021 en pocos meses el país va al desastre completo. Estamos en un desastre ya, pero con todo y su drama, palidece respecto al que tenemos a la vuelta de la esquina. ¿Cuántos meses más se necesitarían para hundirnos en el espectro venezolano: devaluaciones, delincuencia, hambre, desabastecimiento, corralitos, emigración masiva?
Urge que Ortega ceda o lo hagan ceder. Nuestro pueblo, nuestra juventud, no se merecen tantos sufrimientos por la obstinación de una pareja que ya no puede ofrecerles más que sangre, desempleo y ruina. La paz y crecimiento de antes de abril jamás volverá con ellos. Sólo podrá volver si se van pronto.
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