Estados Unidos denunció la semana pasada la detención del banquero Luis Rivas como un intento de Ortega de “intimidar a las entidades financieras que están cumpliendo con las sanciones internacionales”
Tras iniciarse los procesos judiciales contra de una treintena de opositores hace varias semanas en Nicaragua, el presidente Daniel Ortega los llamó el lunes “lavadores de dinero” y “financiadores de terroristas” en relación con las protestas de 2018.
En un acto público, Ortega se refirió en específico al caso de Luis Rivas, directivo de un banco nacional de quien Estados Unidos dijo hace una semana que fue detenido “en un intento desesperado” del gobierno “para intimidar a las instituciones financieras” que han bloqueado cuentas a funcionarios nicaragüenses sancionados por Washington.
“El arresto del presidente ejecutivo de Banpro, Luis Rivas, por supuestamente incitar a la interferencia extranjera, parece un intento desesperado e inhumano de intimidar a las instituciones financieras que están cumpliendo con las sanciones internacionales”, indicó la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental de EE .UU. en un mensaje en Twitter.
Rivas, quien fue detenido el 15 de junio, fue acusado el lunes de los delitos de conspiración contra el Estado y portación ilegal de armas, según un comunicado emitido en horas de la mañana por la Fiscalía nicaragüense.
“Quieren repetir la historia, han querido repetir la historia, se estaban preparando para repetir la historia y se está haciendo justicia contra los terroristas que, como instrumento del imperio (en alusión a EE. UU.) que ha corrido incluso a hablar por un banquero que lavaba dinero y sembraba el terror”, arengó Ortega.
También atacó a la Iglesia católica y describió a los sacerdotes de “demonios con sotana”, por denunciar anomalías en el proceso electoral previsto en noviembre de este año, así como el encarcelamiento de opositores por razones políticas, y aseguró que estos no buscaron una salida pacífica a la crisis de 2018 “cuando en el país había un baño de sangre”.
Los ataques verbales de Ortega tuvieron lugar a solo dos meses de los comicios presidenciales en Nicaragua, donde el mandatario busca su reelección, junto a su esposa, la también vicepresidenta Rosario Murillo, sancionada por Estados Unidos por violación a los derechos humanos.