Un estudio confirma por primera vez que al menos 12 especies de murciélagos capturados en Casanare y Putumayo son portadores del virus de influenza tipo A
DICYT El objetivo de la investigación se concentró en determinar la presencia de este virus (Orthomyxovirus) en murciélagos de Colombia por medio de diversos métodos moleculares, con el propósito de desarrollar programas de conservación de especies silvestres y de impacto para la salud humana y animal.
Así lo explica el médico veterinario Manuel Uribe Soto, estudiante de la Maestría en Salud Animal de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien recorrió las sabanas inundables de Casanare y el bosque húmedo tropical de Putumayo, con el fin de capturar el mayor número y variedad de murciélagos.
“Para el estudio se capturaron 78 especies y se descubrió el influenzavirus de tipo A en 12 especies que forman parte de las familias de los filostómidos (insectívoros) y de los vespertiliónidos (consumen peces y escorpiones); sobre seis de estos no se tenía reporte en el mundo”, explica el investigador.
El Orthomyxovirus es una familia de virus de ácido ribonucleico (ARN) que infecta a los vertebrados y de la cual forman parte la influenzavirus A, B y C y la anemia infecciosa del salmón.
Primero en Guatemala
Entre 2012 y 2013 se descubrió por primera vez en murciélagos de Guatemala (3), Perú (1) y Bolivia (1). Según investigadores de Guatemala, la influenza contagió a murciélagos de hombros amarillos, comunes en América Central y del Sur. Sin embargo las causas aún se desconocen, pese a que estos países –incluido Colombia– presentan las mismas condiciones bióticas.
Aclara que por serología –estudio que comprueba la presencia de anticuerpos en la sangre– ya se habían detectado en Guatemala muchísimas especies silvestres con este virus, aunque por técnicas moleculares no se había establecido su presencia en murciélagos.
El trabajo de campo para la captura de murciélagos fue acompañado de varios biólogos de la Fundación Natural Reserva La Palmita, ubicada en Casanare.
“Las capturas se realizaron entre las cinco de la tarde y antes del amanecer, ya que es cuando estos animales tienen mayor actividad. Empleando unas mallas de niebla se capturaron 78 individuos de diferentes especies y luego se realizó el análisis del virus, la necropsia, la disección, toma de muestras; finalmente, fueron incluidos en la Colección de Mastozoología del Instituto de Ciencias Naturales de la U.N.”, detalla del investigador.
Se tomaron hisopados (muestras de secreciones) rectales y orofaríngeos, con el fin de extraer los ácidos nucleicos totales para la detección molecular. Como estos murciélagos entrarían a la Colección del Instituto, se aprovechó para tomar muestras de hígado, riñón, bazo y sistema nervioso central, para buscar otros agentes infecciosos. Por último se realizó una disección completa al individuo para incluirlo en la Colección.
Las seis especies en las que fue hallado el virus de influenza A fueron: Gardnerycteris crenulatum, Phyllostomus elongatus, Platyrrhinus brachycephalus, Platyrrhinus helleri, Rhinophylla fischerae y Trachops cirrhosus, de las familias de los filostómidos y de los vespertiliónidos.
Los vespertiliónidos se caracterizan por habitar en zonas templadas; su tamaño varía entre los 3 y 10 centímetros y alcanzan a pesar de 4 a 50 gramos; tiene ojos pequeños y orejas muy largas; consumen peces y escorpiones, y habitan en cuevas y refugios.
Los filostómidos miden de 4 a 13 centímetros y pesan de 7 a 200 gramos; pueden ser pardos, grises, negros o anaranjados y viven en cuevas o madrigueras.
“Los murciélagos portan muchísimos virus diferentes pero no manifiestan un cuadro clínico, entonces son muy buenos hospederos, pero no se ven afectados”, indica el investigador.
Agrega que en el país se desconoce completamente la epidemiología y tampoco hay interés de los grupos de investigación, y por su parte los entes gubernamentales no hacen controles serios en el país.
“Con esta investigación logramos estandarizar los protocolos de muestreo para identificar agentes virales, preservar las muestras y hacer esos mismos análisis del virus en otras especies de fauna silvestre”, concluye el investigador.