Con cuatro botellas aún enterradas con semillas, el experimento continuará hasta el año 2100
Expertos en botánica de la Universidad Estatal de Míchigan (MSU), en EE.UU., evaluaron recientemente los genomas de las plántulas germinadas a partir de unas semillas enterradas en botellas por un investigador hace más de 140 años en un lugar secreto del campus. Los análisis genéticos de estas semillas, desenterradas en 2021, arrojan luz sobre la durabilidad y viabilidad de las simientes mantenidas en condiciones naturales del suelo, un conocimiento de importancia para la conservación de especies raras y la restauración de ecosistemas.
“La mayor sorpresa para mí es que las semillas volvieron a germinar”, señaló el biólogo vegetal Frank Telewski, que formó parte del estudio. “Es sorprendente que algo tan viejo todavía pueda crecer”, destacó.
El experimento de Beal
En el año 1879, William Beal, botánico de la MSU, enterró 20 botellas para iniciar un experimento sobre la longevidad de las semillas de plantas arvenses (plantas indeseables). Beal quería ayudar a los agricultores a aumentar la producción de cultivos eliminando las malas hierbas de sus granjas, por lo quería descubrir cuánto tiempo podían las semillas de estas plantas permanecer viables en el suelo.
Cada uno de los recipientes de vidrio estaba lleno con una mezcla de arena y 50 semillas de cada una de las 23 especies de malezas incluidas en la investigación. Las botellas fueron enterradas bocabajo, para que el agua no se acumulara en ellas. Al comienzo del experimento, Beal excavaba cada cinco años para examinar las semillas, que crecían cada vez que eran desenterradas. Sin embargo, en 1920 se decidió cambiar el intervalo a 10 años para prolongar el estudio. Luego, en 1980, el intervalo se amplió a 20 años. Con cuatro botellas aún enterradas, el experimento continuará hasta el año 2100.
La sorpresa de la decimocuarta botella
Por primera vez en la historia del experimento, desde abril de 2021 los investigadores han estado secuenciando el ADN genómico de las plantas obtenidas de las semillas germinadas de la decimocuarta botella enterrada, para confirmar la identidad de las especies obtenidas. El equipo siempre pensó que un híbrido estaba de alguna manera mezclado con las semillas originales, pero nunca tuvo las herramientas para confirmarlo hasta ahora.
“El trabajo de genética molecular confirmó los fenotipos que vimos, que es que las plantas eran ‘Verbascum blattaria’, o gordolobo polilla, y un híbrido de ‘Verbascum blattaria’ y ‘Verbascum thapsus’, o gordolobo común”, explicó la profesora Grace Fleming. “Beal declaró que solo incluyó semillas de ‘Verbascum thapsus’, por lo que debe haber ocurrido alguna confusión mientras se preparaban las botellas”, agregó.
Si bien la mayoría de las especies en el experimento de Beal perdieron toda la viabilidad de sus semillas en los primeros 60 años, la persistencia de las semillas de ‘Verbascum’ (germinaron 20 de 50 tras 141 años de entierro) proporciona información invaluable sobre la viabilidad de las semillas en condiciones naturales del suelo, subrayó el profesor Lars Brudvig. El trabajo ha sido publicado recientemente en el American Journal of Botany.
Una pregunta aún sin respuesta
Beal esperaba ayudar a los agricultores a eliminar las malas hierbas determinando cuánto tiempo permanecerían viables las semillas. Sin embarg, después de 144 años, esa pregunta sigue sin respuesta. “El experimento de Beal terminará en última instancia cuando nos quedemos sin botellas”, apunta el profesor David Lowry, otro integrante del equipo de investigación. “Si las semillas vuelven a germinar en nuestra próxima excavación, es posible que debamos considerar extender el tiempo entre extracciones de botellas a cada 30 años. Todavía es un poco pronto para incluirlo en mi calendario, pero estoy deseando ver si podemos despertar más semillas en 2040”, añade.