Llegaron a esta conclusión tras recrear el proceso utilizado para elaborar el vino en la antigua Roma
Dos arqueólogos de instituciones científicas de Bélgica y Polonia describieron en un artículo publicado este martes en la revista Antiquity cómo habría sido el aspecto, el olor y el sabor del vino romano de hace 2.000 años.
El vino estaba fuertemente arraigado en todos los aspectos de la vida cotidiana de la antigua Roma, por lo que su función en la sociedad, la cultura y la economía ha sido ampliamente analizada por la comunidad científica. A partir de antiguos textos romanos e investigaciones arqueológicas se ha obtenido mucha información sobre el cultivo de las uvas, así como sobre la fabricación, comercialización y consumo del vino. No obstante, se desconoce la naturaleza sensorial de esta antigua bebida fermentada.
¿Cómo se elaboraba el vino romano?
En su nuevo estudio, los arqueólogos Dimitri Van Limbergen y Paulina Komar revelaron que el vino romano no difería mucho de los que se elaboran en la actualidad, específicamente de los de Georgia.
Llegaron a esta conclusión tras recrear el proceso utilizado para elaborar el vino en la antigua Roma. Para hacerlo, fermentaron uvas en unos jarrones de cerámica similares a los que usaban los romanos, conocidos como ‘dolias’, enterrados bajo la tierra.
Estos recipientes eran parecidos a las vasijas de arcilla utilizadas en Georgia para fermentar el vino, llamadas ‘qvevri’. De acuerdo con los responsables de la investigación, la base estrecha de la ‘dolia’ permite separar los sólidos de la uva. En cuanto a las propiedades de la bebida, dijeron que, a diferencia de los vinos contemporáneos, el vino elaborado con este proceso de fermentación presenta un color anaranjado.
Al mismo tiempo, señalaron que el vino tenía un sabor ligeramente picante y un aroma parecido al del pan tostado y las nueces, resultado probablemente de haber enterrado la vasija en el suelo. Esto se debe a un compuesto químico identificado como ‘sotolon’, que se produce, junto con levaduras superficiales, por la temperatura y el pH controlados en la ‘dolia’.
“Los resultados de nuestro estudio nos obligan a cuestionar varias suposiciones arraigadas sobre la elaboración del vino en Roma”, indicó Van Limbergen, quien manifiesta que “puede que los romanos elaboraran vinos mucho mejores, más sabrosos y mucho más estables de lo que comúnmente se supone”.
Los arqueólogos aseguran que esta es la primera vez que se examina la función de las vasijas en la producción del vino romano, por lo que sus resultados podrían ser los primeros que se obtienen en una investigación de este tipo.