La libertad de expresión se ha visto favorecida en Paraguay con su actual gobierno, y vastas áreas de la realidad que permanecían ignoradas hoy salen a la luz
Por Luis Agüero Wagner
Durante la mayor parte de las últimas décadas, en Paraguay el poder político fue considerado un mero gerente del poder económico, y todo hacía suponer que seguiría así con la llegada a la presidencia del empresario Horacio Cartes.
Perteneciente a la clase empresarial acomodada, todo hacía suponer que Cartes haría concesiones a empresarios como Aldo Zuccolillo y Antonio J. Vierci, y éstos moderarían sus ataques al gobierno como lo hicieron siempre, a cambio de jugosos contratos concedidos por el estado.
El oligopolio mediático seguiría ignorando vastas áreas de la realidad, y exonerando de toda culpa a los privilegiados dueños de diarios y otros medios de comunicación. Zuccolillo y Vierci, empresarios como Cartes, seguirían siendo los únicos acusadores y nadie osaría sentarlos alguna vez en el banquillo de los acusados.
La libertad de prensa seguiría siendo la libertad de expresarse del dueño de la imprenta, y la cabeza de turco predilecta seguirían siendo actores de reparto, en la segunda línea de los privilegios, como los directores de entes o legisladores.
Pero al parecer el presidente Horacio Cartes, la pesadilla de los “impolutos”, tenía otros planes.
En lugar de apaciguar los ánimos del periodismo local con los consuetudinarios sobornos, pautas publicitarias de binacionales o prebendas, avanzó sobre varios de los medios más populares del país y los puso a su servicio.
Fue el fin de la apacible fiesta para Vierci y Zuccolillo, a quienes les llegó el día de ver crecer a sus enanos.
Cuando Zuccolillo visitó a Cartes en septiembre de 2014, y le solicitó arrebatar una licitación de la ruta III, Gral. Aquino, para concedérsela a su empresa constructora, la prensa relacionada con el presidente no dudó en dar a conocer el curioso “pedido”. Luego saldrían a luz varios otros escandalosos chanchullos, hasta llegar al caso del “mausero de oro”, yerno de Zuccolillo.
Cuando en una carta A. J. Vierci alabó a Cartes como un gran presidente, mientras bajo la mesa ordenaba a sus periodistas que lo acribillen con críticas y supuestas denuncias, la prensa relacionada con el presidente tampoco vaciló y publicó la misiva dejando el doble discurso al descubierto.
La carta, firmada por el ya mencionado propietario de varios importantes medios Antonio J. Vierci, echaba por tierra uno de los mitos al que más esfuerzo ha dedicado la prensa paraguaya buscando instalarla en el imaginario popular: La suposición que los periodistas publican lo que publican sin injerencia del propietario del medio, con total libertad de énfasis, contextualización y tono al plasmar una noticia.
La carta contenía varios párrafos de interés, pero resaltaba particularmente la promesa de Vierci a Cartes de prohibir a sus periodistas realizar publicaciones comprometedoras para una de las hijas del presidente. Es decir, quedaba demostrado a confesión de parte que en un medio de comunicación es el dueño quien corta el bacalao.
Muchos periodistas al servicio de los empresarios que tienen en su poder el oligopolio mediático, han levantado su voz sin que nadie los convoque, para afirmar que la libertad de prensa en Paraguay está en peligro debido a la incursión de empresas vinculadas a Cartes en ese rubro.
Desde esta columna opinamos exactamente lo opuesto. Por primera vez, el público paraguayo puede enterarse de las maniobras que actores (y también productores) políticos como Zuccolillo o Vierci, realizan en la oscuridad para seguir recibiendo privilegios.
Espero que con esta opinión no moleste a quienes dicen venerar la libertad de expresión. Les recuerdo que creer en la libertad de expresión, es creer precisamente en la libertad de expresión para puntos de vista que les disgustan.