La construcción del oleoducto Dakota Access se ha detenido, al menos por ahora. El domingo, la nación sioux de Standing Rock junto con sus miles de aliados indígenas y no indígenas, obtuvieron una victoria tan extraordinaria como inesperada. El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos anunció que había denegado el permiso para que la empresa responsable del oleoducto, Energy Transfer Partners, perforara por debajo del río Missouri y que se implementaría un estudio de impacto ambiental integral. La organización de base, las acciones directas pacíficas y el liderazgo de los pueblos indígenas en la primera línea de la lucha lograron detener el proyecto de casi 2.000 kilómetros de longitud, valuado en 3.800 millones de dólares.
Sin embargo, mientras los protectores del agua festejaban en los campamentos congelados, surgió una pregunta: ¿Qué va a pasar cuando Donald Trump asuma la presidencia en solo seis semanas?
El jefe de la tribu sioux de Standing Rock, Dave Archambault II, dijo a Democracy Now! unas horas después de conocer la noticia: “Finalmente, por primera vez en siglos de historia, alguien nos está escuchando. Hace casi dos años que estamos hablando del tema con el Cuerpo de Ingenieros, y les hemos dicho que teníamos problemas con este oleoducto porque no solo amenaza nuestra agua, también amenaza nuestro patrimonio, nuestra cultura y nuestro medio ambiente”.
Un frío glacial ha descendido sobre la región, complicando aún más la vida en los campamentos de resistencia. Durante el fin de semana largo del Día de Acción de Gracias, el sheriff del condado de Morton, Kyle Kirchmeier, con el apoyo de un grupo multijurisdiccional de la policía paramilitar y la Guardia Nacional, lanzó un operativo contra los manifestantes que incluyó un arsenal de gas pimienta, granadas de contusión, gas lacrimógeno, balas de goma y, en medio de ese frío helado, cañones de agua.
El gobernador republicano saliente de Dakota del Norte, Jack Dalrymple, el sheriff Kirchmeier y el director ejecutivo de Energy Transfer Partners, Kelcy Warren, comparten la responsabilidad por los meses de violencia desenfrenada del personal policial y de la compañía de seguridad privada en la represión a quienes se resisten al oleoducto. Una semana antes de que el permiso de perforación fuera denegado, Dalrymple declaró un estado de emergencia y dijo: “Las condiciones invernales pueden poner en peligro la vida humana”. En respuesta, la tribu sioux de Standing Rock escribió: “El gobernador de Dakota del Norte y el sheriff del condado de Morton son relativamente recién llegados [aquí]. Es comprensible que se preocupen por el intenso frío invernal”. Una semana después, el ex vicepresidente Al Gore opinó que el uso de cañones de agua con este frío era “inhumano” y calificó al oleoducto en cuestión como “una atrocidad”.
Mientras Dalrymple amenazaba con desalojar por la fuerza a los miles de protectores del agua pacíficos, otro tipo de tropas se agrupaban en su defensa. Veteranos de guerra del ejército estadounidense respondieron a un llamado de los ancianos tribales para que fueran a defender el campamento. El grupo “Veterans Stand for Standing Rock” viajó a los campamentos para formar un escudo humano alrededor de los protectores. Más de 2.000 veteranos hicieron el viaje bajo el liderazgo del veterano Wes Clark junior. Si su nombre les suena, es posible que conozcan a su padre: Wesley Clark padre, el general retirado de cuatro estrellas que se desempeñó como Comandante Supremo de la OTAN en Europa y más adelante se postuló a presidente por el Partido Demócrata.
Tras el anuncio de que no se iba a aprobar el permiso para perforar bajo el río Missouri, Wes Clark junior habló en una ceremonia en Standing Rock: “Vinimos. Peleamos contra ustedes. Tomamos sus tierras. Firmamos tratados que rompimos. Robamos minerales de las colinas sagradas. Tallamos las caras de nuestros presidentes en su montaña sagrada. Y tomamos todavía más tierras. Luego tomamos a sus hijos. Luego tratamos de tomar su idioma. Tratamos de eliminar el idioma que Dios les dio y que el Creador les dio. No los respetamos. Contaminamos sus tierras. Los hemos lastimado de varias maneras. Y hemos venido para decir que lo sentimos, que estamos a su servicio, y suplicamos su perdón”.
El jefe tribal de Standing Rock, David Archambault, nos dijo: “El oleoducto no seguirá adelante. Quienes están acampando allí podrán ahora disfrutar del invierno en sus hogares con sus familias”. Pero muchas de las personas del campamento siguen escépticas, como el veterano estadounidense Remy, miembro de la nación navajo, que está en Standing Rock hace casi seis meses: “Hasta que el proyecto no haya sido desestimado no pensamos irnos a ninguna parte”.
Donald Trump respalda el oleoducto y es muy posible que intente sabotear la decisión tomada por el gobierno de Barack Obama de negar el permiso de perforación. Según las declaraciones de información financiera, Trump tuvo entre 500.000 y un millón de dólares invertidos en el oleoducto, aunque un portavoz de Trump afirma que ya ha vendido sus acciones. Trump ha nombrado al fiscal general de Oklahoma, Scott Pruitt, para dirigir la Agencia de Protección Ambiental. El congresista Keith Ellison dijo que el nominado “niega la existencia del cambio climático y está comprometido con las empresas de combustibles fósiles”. Además, Ellison, que es codirector del bloque progresista del Congreso, afirmó: “Scott Pruitt procura revertir las protecciones ambientales y salir en apoyo de las empresas multimillonarias de petróleo y gas”.
El pasado mes de septiembre, Olowan Martinez, protectora del agua lakota, se encadenó a una máquina excavadora utilizada para la construcción del oleoducto. Fue arrestada y pasó una semana en la cárcel. Cuando le preguntamos cuánto tiempo planeaba quedarse en los campamentos, nos dijo: “Hasta que sepamos con certeza que esta serpiente negra ha muerto”.
El frío, la violencia policial y las promesas del gobierno no lograrán disuadir a este grupo de protectores del agua y de la tierra.