Foto de tropas chinas.
Pekín insta enérgicamente a EE.UU. a dejar “de inmediato” de armar a Taiwán y avisa que “tomará medidas” para defenderse, declaró este lunes el portavoz del Ministerio de Defensa chino, Zhang Xiaogang, citado por Xinhua.
La semana pasada, Washington aprobó la venta a Taipéi de cazas y otras piezas de repuesto para aviones por un valor de 330 millones de dólares. “El acuerdo propuesto mejorará la capacidad del destinatario para hacer frente a amenazas actuales y futuras al mantener la preparación operativa de su flota de F-16 y C-130”, declaró el Pentágono.
“Instamos a Estados Unidos a que cese de inmediato su flagrante acto de armar a Taiwán y evite afectar el desarrollo de las relaciones entre ambos países y sus fuerzas armadas; advertimos solemnemente a las autoridades del Partido Democrático Progresista [taiwanés] que malgastar en armas el dinero ganado con tanto esfuerzo por el pueblo taiwanés es un acto autodestructivo, y que la búsqueda de la independencia mediante ayuda extranjera y la resistencia por la fuerza a la reunificación están condenadas al fracaso. Tomaremos todas las medidas necesarias para defender firmemente la soberanía nacional y la integridad territorial”, manifestó el vocero chino.
En el mismo contexto, recalcó que “el uso de la fuerza para promover la independencia solo resultará contraproducente” y que “utilizar a Taiwán para contener a China no tendrá éxito”.
“La venta de armas estadounidenses a Taiwán viola gravemente el principio de una sola China y los tres comunicados conjuntos sino-estadounidenses, interfiere flagrantemente en los asuntos internos de China, perjudica su soberanía e intereses de seguridad y envía una señal sumamente negativa a las fuerzas separatistas independentistas taiwanesas. Expresamos nuestra profunda insatisfacción y firme oposición a esta situación y hemos presentado una enérgica protesta ante Estados Unidos”, agregó el funcionario.
Taiwán se autogobierna con una administración propia desde 1949, mientras Pekín la considera como parte irrenunciable de su territorio. La mayoría de los países, incluida Rusia, reconocen a la isla como parte integral de la República Popular China.
La isla es uno de los actores de las tensiones constantes en la región del mar de la China Meridional, cuyas aguas no solamente son objeto de reclamaciones territoriales y marítimas, sino también una importante vía internacional por la que transitan billones de dólares en mercancías cada año.
