El republicano generó tensiones en China al aceptar recientemente una llamada de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen.
El presidente electo de EE.UU., Donald Trump, puso en duda que sea necesario seguir con la política de “una sola China” que ha supuesto la base de las relaciones bilaterales desde 1972 y aseguró que no permitirá que el gigante asiático le “dicte” lo que debe hacer.
“No sé por qué tenemos que estar ligados por una política de ‘una sola China’ a no ser que lleguemos a un acuerdo con China que tenga que ver con otras cosas, incluido el comercio”, dijo Trump en una entrevista emitida en la cadena de televisión Fox News.
Durante más de cuatro décadas, Estados Unidos ha basado sus relaciones con el gigante asiático en el principio de una “sola China”, por el que el único Gobierno chino al que reconoce Washington es el de Pekín, lo que le aleja de las aspiraciones independentistas de Taiwán.
Trump generó tensiones en China al aceptar recientemente una llamada de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, quien le telefoneó para felicitarle por su victoria en las elecciones presidenciales de noviembre.
“No quiero que China me dicte lo que tengo que hacer, y esta fue una llamada que me pasaron, yo no inicié la llamada, y fue una llamada muy corta que decía ‘felicidades por su victoria’”, subrayó Trump al asegurar que habría sido “irrespetuoso” rechazar la llamada.
Trump argumentó que a Estados Unidos la está “dañando muy profundamente China con la devaluación de su divisa, con sus fuertes impuestos en las fronteras, cuando nosotros no les ponemos tasas, con la construcción de una enorme fortaleza en medio del Mar de China Meridional, lo que no deberían hacer”.
Argumentó que Pekín “no está ayudando en absoluto con Corea del Norte” en relación a su programa nuclear, un problema “que ellos podrían resolver”.
El Gobierno chino advirtió este mes a Trump, que la única manera de mantener la actual cooperación entre ambos países es el respeto de Washington al principio de una “sola China”, dado que el gigante asiático considera a la isla de Taiwán como una provincia “rebelde” y parte del territorio bajo su soberanía.