LA JORNADA

Caparazón de tortugas gigantes de Galápagos pudo evolucionar para voltearse mejor por sí mismas

Un equipo de científicos de Estados Unidos, Portugal y Francia ha estudiado la morfología en 3D de 89 tortugas gigantes de Galápagos de tres especies para estudiar el potencial de autovolteo de los dos tipos de caparazón que presentan.

Investigadores de la Universidad del Sur de Alabama (Estados Unidos), de la Universidad de Oporto (Portugal), de la Universidad de Yale (Estados Unidos) y de la Universidad de Montpellier (Francia) apuntan que un tipo de caparazón en forma de silla de montar de las tortugas gigantes de Galápagos pudo evolucionar para que, al caer sobre sus espaldas, las tortugas pudieran voltearse por sí mismas más fácilmente y reducir así su peligro de muerte.

Las tortugas gigantes de Galápagos tienen principalmente dos tipos de caparazón según su morfología. Hay tortugas con el caparazón en forma de domo y otras en forma de silla de montar, y generalmente se encuentran en diferentes hábitats. Mientras que las tortugas cuyo caparazón se parece a una silla de montar ocupan ambientes más secos y menos elevados, las tortugas con concha en forma de domo se encuentran en hábitats más húmedos, más fríos y de mayor altitud.

Aunque ya se había propuesto que estas formas podrían ser adaptativas para alcanzar distintas fuentes de alimentación, los investigadores encabezados por Ylenia Chiari sugieren que la posibilidad de auto-enderezarse en caso de caída sobre sus espaldas podría ser también impulsora de esta evolución.

“Las tortugas gigantes de Galápagos comúnmente caminan sobre superficies irregulares y a menudo caen de espaldas o en grietas entre las rocas. Si tardan mucho en girarse de nuevo podrían tener menos posibilidades de apareamiento y más probabilidades de morir”, explican los autores del trabajo, publicado en ‘Scientific Reports’.

Para probar esta teoría, Chiari y sus colegas desarrollaron reconstrucciones en 3D de los caparazones de 89 tortugas gigantes de Galápagos pertenecientes a tres especies, dos con concha en forma de domo y dos en forma de silla de montar, para estudiar el potencial de autovolteo de los dos tipos de caparazón. Los autores encontraron que, en sus modelos basados en la morfología del caparazón, las tortugas con concha en forma de silla requieren un mayor aporte de energía que las especies domo para una voltearse de forma exitosa.

Las tortugas cuya concha tiene forma de silla se enderezan automáticamente empujando verticalmente su cabeza en el suelo y luego moviendo los pies, mientras que las tortugas con concha tipo domo dependen de mover los pies y la cabeza para obtener el impulso suficiente para girarse.

Por ello, consideran que “varios rasgos asociados con la concha en forma de silla podrían haber evolucionado para facilitar el autovolteo” y añaden que “ampliar los estudios hacia el desempeño funcional de los pies de estas tortugas sería clave para obtener mayor información sobre el valor adaptativo de estos rasgos”, agregan.

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