Cinvestav
Las semillas de aguacate, que constituyen hasta el 16 por ciento del peso total del fruto, son usadas marginalmente en la industria, ya sea molidas o como fuente de aceite para la fabricación de productos biodegradables o cosméticos; ello a pesar de que es una rica fuente de micronutrientes y almidón que podrían utilizarse para muchos otros propósitos.
Por ello, un equipo de expertos de la Unidad Irapuato del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) desarrolló a partir de esos residuos vegetales un medio de cultivo experimental que permite aprovechar sus nutrientes para promover el crecimiento de microorganismos como bacterias, levaduras o microalgas.
La semilla o “hueso” de aguacate contiene principalmente almidón, el cual representa más del 60 por ciento del peso seco del producto, además de polifenoles –que funcionan como antioxidantes–, carbohidratos, aminoácidos, vitaminas, ácidos grasos y cientos de compuestos aún por clasificar.
Los científicos del Cinvestav obtuvieron a partir de esa biomasa vegetal un medio de cultivo de bacterias Eschericia coli, que es más eficaz y cuesta cinco veces menos en comparación con los caldos de cultivo disponibles a nivel comercial (como el llamado LB). Estos son ampliamente utilizados en los laboratorios de biotecnología en empresas y centros de estudios.
“Cada litro de medio de cultivo LB cuesta alrededor de 25 pesos, mientras el que desarrollamos en el laboratorio vale alrededor de cinco pesos, eso sin haberlo escalado a nivel industrial”, comenta el líder de este trabajo Agustino Martínez-Antonio, del Departamento de Ingeniería Genética del Cinvestav.
Tras secar y pulverizar las semillas para preservar su contenido nutricional, los investigadores las sometieron a un proceso de laboratorio que incluyó la hidrólisis (basada en interacciones con moléculas de agua) con el que se facilita la liberación de azúcares esenciales, que entonces pueden ser aprovechados.
Además, encontraron que por su rico contenido de nutrientes, el medio de cultivo obtenido a partir de las semillas puede usarse como “soporte” para obtener otros productos de alto valor agregado como citocininas (hormonas vegetales que regulan procesos como la fotosíntesis o el crecimiento de las plantas).
“Esa fue la primera fase del desarrollo, demostrar que sirve para crecer y mantener a la bacteria. En una segunda etapa estamos ocupando al medio de cultivo para producir compuestos de interés industrial como citocininas para plantas. Tenemos una ventaja al producir un compuesto de alto valor agregado a base de un medio barato”, expresó Martínez-Alonso.
Por otro lado, el equipo donde también participan expertos de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí ha probado los efectos de dicho medio de cultivo (que contiene una mezcla de aminoácidos, vitaminas y aceites) como biofertilizante, mediante su aplicación a nivel foliar (en las hojas) de plantas como chile, tomate y jitomate.
La meta ahora es escalar este proceso a un nivel industrial, lo que permitirá reducir aún más los costos. Por lo pronto los autores ya tramitan dos patentes (nacional e internacional) para este estudio, que será publicado en agosto próximo la Revista Mexicana de Ingeniería Química.
Nuestro país es el más importante productor de aguacate, con más de 1.3 millones de toneladas en 2014, según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO). Cada año se generan unas 2 mil 700 toneladas de semillas de este fruto.
Esto impacta negativamente al medio ambiente, ya que las semillas en el basurero producen emisiones de metano, favorecen las filtraciones de materiales disueltos o suspendidos a los suelos y también generan contaminación por carbono cuando son incineradas.
Por ello, el experto del Cinvestav Unidad Irapuato propone sacar fruto no sólo a los desechos del aguacate, sino a los de muchos otros productos ricos en almidón, como el plátano o la yuca, que por no aprobar las normas de control de calidad, no pueden comercializarse en los mercados y terminan en el basurero.
“Hay muchos residuos ricos en almidón que siguen sin utilizarse y sería fácil aprovechar. Esa es la apuesta que estamos haciendo. El almidón es un polímero manejable y más fácil de degradar a los azúcares esenciales que lo componen, que a su vez pueden ocuparse en muchos bioprocesos”, señala Martínez-Alonso.