La inesperada victoria del candidato republicano en las elecciones estadounidenses abre un panorama incierto para el mundo y, principalmente, para América Latina.
Por Santiago Mayor – RT
Si bien durante la campaña electoral de los EE.UU. se habló más de Rusia y el Estado Islámico y se cruzaron más insultos personales que propuestas, América Latina siempre es un punto de referencia. En ese sentido, una victoria de Hillary Clinton no hubiera deparado mayores cambios para la región, ya que la demócrata se mostraba como una continuadora de la política de Barack Obama.
Sin embargo, el triunfo de Donald Trump modifica el escenario. Al menos desde su discurso de campaña planteó la posible salida de diversos tratados de libre comercio, una fuerte política antiinmigrantes (construcción del muro con México mediante) y la marcha atrás en las relaciones con Cuba.
El muro y los migrantes
Durante la campaña electoral lo que mayor relevancia mediática generó en torno a América Latina fue la polémica propuesta de construir un muro en la frontera con México. De la mano también de deportar a 11 millones de presuntos inmigrantes ilegales que según Trump son responsables de gran parte de los males sufridos por los estadounidenses.
Para el analista Gerardo Lissardy, si el presidente electo lleva a fondo esta propuesta habrá un impacto directo “en la economía de América Latina, que recibe cada año más de 65.000 millones de dólares en remesas enviadas por inmigrantes desde EE.UU.”. Esto no solo afecta a México, sino a varios países de la región. En diálogo con RT el canciller de Guatemala, Carlos Raúl Morales, recordó que los 3 millones de guatemaltecos que viven en Estados Unidos “son los que, hoy por hoy, mantienen la macroeconomía” de su país girando remesas anuales por 7.000 millones de dólares.
Por su parte el investigador Leandro Morgenfeld sostiene que “más allá de que el debate mediático gira en torno a los exabruptos de Trump, a la propuesta de ampliar el muro -que ya existe- en la frontera y a un improbable programa de expulsiones masivas, en los hechos ya se viene aplicando una dura política expulsiva”. Desde esa perspectiva “el temor a ser echados del país es aprovechado por los empresarios estadounidenses para contratar trabajadores indocumentados, con nulos derechos laborales y salarios más bajos”.
Relaciones con Cuba
Otro aspecto clave de la relación de EE.UU. con América Latina en los últimos años es el proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana. Allí aparecen diferencias entre Trump y Obama. “Querría alcanzar un acuerdo fuerte y bueno, porque ahora mismo, todos los aspectos de este acuerdo favorecen a Cuba”, señaló el nuevo mandatario estadounidense en un debate en Miami cuestionando las negociaciones encabezadas por la Administración saliente. En otra oportunidad prometió apoyar al pueblo cubano en “contra la opresión del régimen de Castro”.
Carlos Alzugaray Treto analizó en el portal OnCuba Magazine antes de que Trump fuera elegido que en caso de ganar el magnate era muy probable “que el proceso de normalización de las relaciones con Cuba se detenga y quizás haya un esfuerzo por revertirlo”.
Asimismo afirmó que, más allá de las especulaciones sobre lo que hará o no el futuro presidente, “con Trump en la Casa Blanca los partidarios de una política dura hacia Cuba, que están sobre todo insertados en el Partido Republicano, presionarán a la burocracia del Departamento de Estado, del Tesoro y del Comercio, así como otras instituciones del Gobierno, para que apliquen el bloqueo económico, comercial y financiero con todas las de la ley, lo que puede incluso hacer peligrar los viajes y el envío de remesas a Cuba”.
¿Y los Tratados de Libre Comercio?
Trump sostuvo que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) era negativo para la economía estadounidense.
Según reseña el portal peruano La Mula, el nuevo presidente prometió dar por tierra con este acuerdo e “imponer un arancel de 35% para importaciones desde su vecino del sur, medida que tendría un impacto fuerte en México, que exportó en el 2015 bienes y servicios por 316.400 millones de dólares y logró un superávit comercial bilateral de 49.200 millones de dólares”. De todas formas, sin necesidad de esperar las primeras medidas de Trump, el país azteca comenzó a sufrir las consecuencias, ya que el peso mexicano se desplomó al saberse los resultados.
Por otra parte, el magnate también criticó el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), presentado como uno de los principales logros comerciales de la Administración Obama. Del TPP participan cuatro países latinoamericanos (México, Colombia, Perú y Chile) y existen otros, como Argentina, que lo ven con buenos ojos. Un cambio de la política estadounidense en este sentido podría repercutir negativamente en las proyecciones de esos Gobiernos.
Un futuro incierto
Más allá de estos ejes, qué es lo que efectivamente hará Trump de cara a los habitantes de Latinoamérica es difícil de prever. Para el periodista y analista argentino Nicolás Zyssholtz “el futuro de América Latina con Trump como presidente es una incógnita porque la región nunca fue parte de la agenda de campaña”. Por ende “es difícil imaginar que es lo que el nuevo presidente puede llegar a pensar al respecto”.
Zyssholtz opinó en diálogo con RT que “todo lleva a pensar que su prioridad en términos de relaciones internacionales no va a estar en la región sino en su relación con Rusia, con China y en la renegociación de los Tratados de Libre Comercio”.
No obstante, “un triunfo de Trump implica un reforzamiento de una ideología que desde antes venía ganando terreno en el continente”. Y por más que “la mayoría de las derechas latinoamericanas comulgan con el Partido Demócrata”, algunas de sus posturas “pueden verse fortalecidas por tener a un presidente como Donald Trump en la Casa Blanca”, concluyó.