La moda de comprar seguidores en redes sociales para aparentar una fama que no se tiene va en aumento, y no parece mostrar signos de detenerse en un futuro próximo. En esta actividad incurren tanto influencers y celebridades como personas comunes y corrientes que desean verse más populares. [sin_anuncios_b30]
Si bien no es una actividad ilegal, viola los términos de uso de las redes sociales, y las plataformas mejoran continuamente sus métodos para detectar irregularidades y eliminar cuentas falsas. Sin embargo, los programadores que crean los seguidores falsos también mejoran continuamente sus tácticas para evitar las medidas de control existentes.
La facilidad con que pueden ser adquiridos los seguidores parece contribuir al fenómeno. Existen sitios web para comprar seguidores Instagram donde pueden obtenerse 1.500 a $17 USD, y 10.000 seguidores a sólo $90 dólares. Los clientes sólo deben indicar el nombre de usuario de su cuenta y en un plazo de horas o días reciben los seguidores falsos.
A pesar de los esfuerzos de las plataformas para eliminar usuarios falsos o bots creados en forma masiva y automáticamente, el mercado negro de la compra y venta de seguidores sigue en auge, y es posible que la creciente popularidad de la plataforma Instagram sea lo que le ha dado nueva vida.
El siguiente gráfico muestra las tendencias de búsqueda en Google para los términos “comprar seguidores Twitter” (azul), “Comprar fans Facebook” (rojo) y “Comprar seguidores Instagram” (amarillo). Como se puede ver, las búsquedas para Instagram crecen rápidamente. Fuente: Google Trends.
La compra de seguidores es una parte de un fenómeno mucho más amplio llamado astroturfing: la falsificación de la popularidad y la opinión pública a través de medios digitales. Según Juan Quaglia, especialista en marketing online, “El astroturfing siempre existió. Si uno tiene una función de teatro y no ha vendido muchas entradas, es común invitar a gente al azar de la calle gratuitamente para no tener una sala medio vacía. Pero cuando estas prácticas son realizadas sistemáticamente por gobiernos y grandes empresas por medios digitales y afectando a millones de personas, cobra una dimensión más siniestra”.
Un reporte reciente realizado por la ONG Freedom House ha encontrado que, de 65 países evaluados, 33 incurrieron en prácticas de desinformación y manipulación mediática pro-gobierno ligadas al astroturfing durante 2017. Un importante incremento frente a los 18 detectados en 2016.