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La sarcopenia —una enfermedad caracterizada por la pérdida progresiva de masa y fuerza muscular— afecta entre el 10% y el 16% de los adultos mayores en todo el mundo. Su aparición se asocia a un mayor riesgo de caídas, fragilidad y pérdida de independencia, pero su avance puede prevenirse con hábitos saludables.
A partir de los 30 años comienza una disminución natural de la masa muscular que, si se acelera y afecta la fuerza, se conoce como sarcopenia. En las personas mayores, esta condición se relaciona con una menor calidad de vida y un aumento del riesgo de mortalidad.
Un estudio publicado en el Journal of Bone and Mineral Research, realizado con 839 personas mayores de 65 años encontró que tener baja masa muscular se asoció con un riesgo significativamente mayor de morir, durante los aproximadamente cuatro años que duró el seguimiento del estudio. Este efecto fue más marcado en mujeres que en hombres.
“Los músculos son esenciales para mantener la autonomía en actividades cotidianas como caminar, sentarse y levantarse. Además, desempeñan funciones clave en el organismo: participan en la regulación del metabolismo de la glucosa, contribuyen a la regulación de la temperatura corporal y secretan mioquinas, moléculas con acción similar a las hormonas, que influyen en el metabolismo y la modulación de las respuestas inflamatorias e inmunológicas”, explica el médico nutriólogo Nataniel Viuniski, especialista en obesidad y miembro del Consejo para Asuntos Nutricionales de Herbalife.
Según el especialista, la pérdida de masa magra también suele estar relacionada con un aumento de la grasa visceral, un tipo de grasa inflamatoria que se acumula alrededor de los órganos y se asocia con mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.
¿Cómo puede prevenir la pérdida muscular con el envejecimiento?
La prevención de la pérdida de masa muscular debe comenzar desde edades tempranas. “Esto puede lograrse con un consumo adecuado de proteínas de alto valor biológico, el uso de suplementos nutricionales y la práctica regular de ejercicios de resistencia, en especial el entrenamiento de fuerza o musculación”, comenta Viuniski.
Para personas mayores de 65 años, la ingesta diaria de proteína debe ser superior a la recomendada en adultos jóvenes: entre 1,0 y 1,2 gramos por kilo con respecto al peso corporal, al día en adultos mayores sanos, y hasta 1,5 g/kg/día en casos de enfermedades agudas o crónicas, de acuerdo con la recomendación de la European Society for Clinical Nutrition and Metabolism.
Para alcanzar estos valores, pueden incluirse en la dieta carnes magras, huevos, lácteos descremados, proteínas de origen vegetal y suplementos como batidos, sopas y barras proteicas, que ayuden a garantizar un aporte adecuado de nutrientes que ayuden a combatir la sarcopenia.