Reuters informa que Emiratos Árabes Unidos reclutó un grupo clandestino de exanalistas de la NSA para espiar con la más avanzada tecnología a Gobiernos rivales, periodistas y activistas de derechos humanos críticos de la monarquía
El Gobierno de Emiratos Árabes Unidos (EAU) ha empleado a exagentes de Inteligencia estadounidenses para realizar operaciones cibernéticas clandestinas en contra de individuos críticos de la monarquía y de ciudadanos de otros Estados, entre ellos EE.UU., según se desprende de una nueva investigación de Reuters.
En detalle, nueve personas que afirman haber sido parte de ese grupo de mercenarios han explicado en detalle a la agencia la naturaleza y alcance del programa secreto, llamado Proyecto Cuervo, precisando que entre sus funciones se encontraba el ‘hackeo’ de móviles iPhone y otros dispositivos utilizando la más avanzada tecnología.
“El tipo malo de espías”
Entre los miembros de ese equipo se cuenta Lori Stroud, exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) cuya referencia llevó a la contratación de Edward Snowden para un puesto de confianza en la NSA. Durante tres años, Stroud trabajó para EAU realizando de forma consciente actividades “ofensivas”, pero en 2016 se dio cuenta de que su esfuerzo era utilizado sin su conocimiento para espiar a otros ciudadanos estadounidenses.
“Estoy trabajando para una agencia de Inteligencia extranjera que tiene entre sus objetivos a personas de EE.UU.”, indicó Stroud. “Soy oficialmente del tipo malo de espías”, añadió la exanalista de la NSA, que actualmente coopera con una investigación del FBI.
Proyecto Cuervo
Los demás exagentes y ahora exmercenarios consultados en la investigación corroboran que el proyecto fue creado por la Autoridad Nacional de Seguridad Electrónica (NESA), un análogo de la NSA fundado por EAU en 2011 para monitorear amenazas tras una serie de levantamientos populares. Ellos afirman que el programa operaba en una mansión en Abu Dabi desde donde un grupo de hasta 20 especialistas estadounidenses y otros oficiales emiratíes lanzaban ataques cibernéticos a cualquier parte del mundo.
Stroud recuenta que su labor, por la que cobraba más de 16.000 dólares al mes, consistía en identificar las vulnerabilidades en los dispositivos de las personas señaladas como amenazas a la monarquía, con el fin de que otros colaboradores perpetraran un ‘hackeo’ personalizado.
Para este fin, los expertos utilizaban un poderoso arsenal que incluía una plataforma de espionaje conocida como Karma, que gracias a una vulnerabilidad en el programa de iMessage de Apple obtenía acceso a los datos de posicionamiento, correos electrónicos, mensajes de texto y fotografías de los móviles iPhone sin necesidad de que la víctima hiciera clic en ningún enlace para descargar ‘software’ malicioso.
Los objetivos
De acuerdo con las fuentes, entre 2016 y 2017 cientos de objetivos fueron vulnerados en países adversarios como Irán, Turquía y Catar, y entre las operaciones exitosas se cuenta el ‘hackeo’ del iPhone del emir catarí, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, así como otros de esos móviles pertenecientes a funcionarios de Francia, Australia y el Reino Unido.
Se destaca además el espionaje a periodistas como el británico Rori Donaghy y el emiratí Ahmed Mansoor, activistas críticos de EAU. Ese último fue condenado a 10 años de prisión en un juicio secreto en 2017 por dañar la unidad del país, y actualmente se encuentra en confinamiento solitario.
Investigación del FBI
Stroud trabajó con la noción de que su labor servía para contrarrestar el terrorismo en la región, pero cuando se enteró de que vigilaba a estadounidenses —una actividad penada por ley en EE.UU.—, comenzó a exigir aclaraciones a sus superiores hasta que fue expulsada del proyecto y enviada de vuelta a su país. Ahora, ella y sus colegas son investigados para determinar si compartieron información confidencial con Abu Dabi.
De acuerdo con Reuters, mientras la NSA y Apple se niegan a comentar el proyecto, el ministro de Estado y Asuntos Exteriores emiratí, Anwar Gargash, ha reconocido que su país tiene “capacidad cibernética”, pero negó tener como objetivo a ciudadanos o aliados de EE.UU. “Vivimos en una parte muy difícil del mundo. Tenemos que protegernos”, aseveró Gargash.