LA JORNADA

Venezolanos hacen malabares para cruzar frontera con Colombia

CÚCUTA, COLOMBIA — Del lado venezolano está su casa, su esposa y sus ancianos padres. Cruzando hacia Colombia tiene un empleo seguro como ingeniero que lo sostiene económicamente desde hace unos cuatro años.

En ese ir y venir transcurría con normalidad la vida del ingeniero venezolano Jorge Torrado, -que vive en Venezuela y trabaja en Cúcuta, Colombia.

Pero desde el pasado 22 de febrero, la incertidumbre por el cierre de la frontera entre Venezuela y Colombia ordenado por el gobierno en disputa de Nicolás Maduro lo golpeó duro y no fue el único.

Miles de trabajadores y estudiantes que tienen sus vidas instaladas en ambos lados están ahora atrapados e impedidos de seguir el curso normal debido a la crisis política que atraviesa la nación.

“El paso sigue cerrado hasta el día de hoy y eso me ha llevado a mí a tener que disponer de las famosas ‘trochas’ o pasos ilegales (…) Estuve de cinco a seis días que no pude asistir a mi trabajo y gracias a Dios se entendió la situación, pero no es normal ni debería pasar por esto”, expresó.

Dijo que “hay mucha tensión” para hacer el cruce ilegal: “Son controlados en la mayoría de los casos por los llamados ‘colectivos’ o inclusive se comenta que algunas de esas personas son miembros de guerrillas o de grupos al margen de la ley”.

A través de los años, miles de venezolanos y colombianos han contado con documentos legales de ambos lados, incluso algunos de ellos obtenidos de forma irregular para poder transitar a través de la frontera con fines personales y comerciales.

A todos tomó por sorpresa el cierre de la frontera de parte de Maduro. La medida fue ratificada por Migración Colombia, cuyas autoridades alegan razones de seguridad.

La Voz de América reportó recientemente cómo cientos de venezolanos están teniendo que atravesar peligrosos cruces ilegales, conocidos como “trochas”, para poder cargar de un lado a otro, -entre Cúcuta y Venezuela-, con medicinas y alimentos con los que intentan aliviar la escasez y el hambre.

Torrado contó que incluso en los útlimos días ha tenido en ocasiones que quedar del lado colombiano con la ayuda de amigos que lo han acogido para evitar potenciales peligros.

Este joven ingeniero dijo que se corre peligro cuando otros como él quedan a la merced de estos grupos que “organizan y cobran” para pasar de un lado a otro.

Contó que antes del cierre decretado, el trámite migratorio en la frontera le tomaba entre una y dos horas, mientras que el trayecto lo hacía en unos 10 minutos en bus o autos desde San Antonio, Venezuela. Ahora, -cuenta-, tiene que caminar unos 25 minutos y pagar a bandas organizadas que controlan los pasos ilegales o “trochas”.

Los controles, dijo, ya eran bastante fuertes antes del cierre sobre todo del lado de Venezuela.

“Mucha requisa. La Guardia puso alrededor de unos cuatro o cinco controles antes antes de llegar a la mitad del puente donde se encuentra Migración Colombia. Pero a pesar de eso el paso era pues normal”, explicó.

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