Lexignton – Un estudio de la Universidad de Bamber, en Alemania, sobre niños en familias homosexuales concluyó que el desarrollo de los niños en lo que se refiere a la calidad de su relación con sus padres y su adaptación psíquica no se diferencia en nada al de los hijos de familias tradicionales.
“Las diferencias existentes apuntan incluso a beneficios para los niños y jóvenes de parejas del mismo sexo”, explicó Fabienne Hornfeck, del Instituto alemán de la Juventud de Múnich. Estos tienen por lo general una mejor autoestima y más autonomía en la relación con sus padres, señaló.
Otros análisis internacionales también han demostrado que los niños de padres del mismo sexo se desarrollan tan bien como los de niños con padres heterosexuales.
Además, investigaciones sobre niños extranjeros adoptados apunta que las parejas homosexuales presentarían incluso competencias paternas especiales. “La forma de familia influye menos que la forma en que se vive la familia”, resumieron los expertos del Instituto alemán de la Juventud.
En la identidad de género de los niños no influye si sus padres son heterosexuales u homosexuales, según otro estudio publicado en la revista “Sex Roles”.
El equipo de investigadores dirigido por Rachel Farr, de la Universidad de Kentucky, estudiaron en dos fases el comportamiento durante el juego y el desarrollo de niños adoptados de 106 familias estadounidenses con parejas de madres lesbianas, parejas de padres gays y heterosexuales.
Entre otros aspectos, se comparó con qué juguetes preferían jugar los niños adoptados con edad preescolar y la conformidad de género de su comportamiento cinco años después.
En los análisis realizados en edad preescolar, se ofreció a los niños juguetes tradicionalmente típicos de niños y de niñas, así como otros neutros. Además se preguntó a los padres sobre las preferencias de juego de sus hijos, por ejemplo si preferían juguetes toscos o más tranquilos.
En la segunda fase, cuando los niños rondaban los ocho años, se les preguntó sobre sus preferencias de juego. Muchos de los niños ya tenían en ese momento otros hermanos adoptados.
El análisis demostró que en todas las formas de familia había tanto niños que se comportaban de forma conforme a su género, como niños que no, y que este comportamiento se había mantenido constante a lo largo de los años.
“La orientación sexual de los padres y el tipo de familia no tuvo ninguna influencia significativa”, concluyó Farr. Solo se mostró en todos los casos un ligero giro típico de la edad hacia un comportamiento más conforme con el género en la edad escolar.
“Parece que no se necesita un modelo masculino o femenino en casa para apoyar el desarrollo típico de género en niños adoptados ni para impedir una inconformidad de género”, según resumió Farr.