Un estudio muestra que las hembras pueden no ser tan pasivas e indefensas como se pensaba anteriormente
Una investigación dirigida por Carolin Dittrich y Mark-Oliver Rödel del Museo de Ciencias Naturales de Berlín, mostró que las hembras de las ranas comunes europeas (‘Rana temporaria’) han desarrollado una variedad de comportamientos para evitar a los machos y salvar su vida. Los científicos apreciaron tres comportamientos en esa línea que denominaron “rotación”, “llamadas de liberación” e “inmovilidad tónica” o fingir su muerte.
Reproducción explosiva y daño a las hembras
A principios de cada primavera, las ranas comunes disponen de apenas 2 semanas para reproducirse. Durante este tiempo, cientos o miles de machos se reúnen en un estanque y de manera frenética o explosiva intentan aparearse con las pocas hembras que han alcanzado su madurez reproductiva. En ese contexto es habitual que muchos machos se aferren a una sola hembra, formando una “bola de apareamiento” que puede ocasionar la muerte de la hembra.
Estrategias para evitar el apareamiento
Anteriormente se pensaba que las hembras no podían defenderse de la coerción masculina ejercida mediante acoso, cópula forzada o intimidación. Sin embargo, en este estudio los científicos constataron que las hembras han evolucionado estrategias muy diferentes para evitar la cópula no deseada y defenderse del asedio. El comportamiento más común utilizado por las hembras es el denominado “rotación”, que consiste en girar alrededor de su eje para evitar el amplexus o apareamiento.
Debido a que un macho se aferrará a cualquier cosa que se mueva con gran vigor, puede ocurrir que otro macho sea atrapado y por lo tanto dará una “llamada de liberación” para indicarle el error al macho que lo agarró. Los investigadores también observaron que las hembras emitían un “gruñido” profundo de pequeña frecuencia que imita la llamada de “liberación” de un macho.
El último recurso
El comportamiento final, y más sorprendente, fue la inmovilidad tónica, comúnmente conocida como “fingir la muerte”, en la que las hembras extienden rígidamente sus patas lejos de sus cuerpos y permanecen inmóviles hasta que el macho las suelta.
“La inmovilidad tónica en el contexto del apareamiento es excepcional y rara vez se observa. Solo conozco unos pocos estudios que han encontrado inmovilidad tónica asociada con el apareamiento, por ejemplo, en arañas o libélulas. Generalmente se supone que esta estrategia se utiliza como último recurso para evitar la depredación”, afirma Dittrich.
“Por lo tanto, sospechamos que este comportamiento defensivo ha evolucionado para proteger a la hembra de la formación de ‘bolas de apareamiento’, que a menudo pueden provocar la muerte de la hembra. Los llamados permiten a las hembras demostrar que no están listas para aparearse, y si esto no sirve de nada, las hembras estresadas pueden caer en una inmovilidad tónica“, explicó Rödel.
Estos comportamientos se asociaron significativamente con un tamaño corporal femenino más pequeño. Las ranas más pequeñas tuvieron más éxito en escapar del amplexus. “Nuestro estudio muestra de manera impresionante que incluso las especies nativas muy comunes y bien estudiadas aún pueden contener grandes sorpresas”, explica Dittrich. El estudio fue publicado la semana pasada en la revista Royal Society Open Science.