Según especialistas, tendría que ver con deficiencias de los instrumentos de los rovers encargados de la tarea
Un equipo internacional de biólogos planetarios llevó a cabo un amplio estudio microbiológico en el desierto de Atacama, Chile, el más antiguo de la Tierra y geológicamente análogo a Marte. Sus especialistas demostraron que la tecnología actual de búsqueda de vida en otros cuerpos celestes no puede detectar ciertas señales en la superficie de nuestro propio planeta y, por consiguiente, tampoco lo haría en Marte, según publicaron este martes en Nature Communications.
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Los científicos realizaron su investigación en un antiguo delta de río, llamado Piedras Rojas, formado en condiciones muy áridas hace alrededor de 100 a 160 millones de años. La zona contiene arena y rocas ricas en hematita y lutita, de características similares a las presentes en algunas partes de Marte, razón por la cual se emplea como modelo de estudio para el planeta rojo.
El microbioma oscuro
Para su investigación emplearon técnicas de laboratorio altamente avanzadas y en extremo sensibles, mediante las cuales encontraron una mezcla de huellas biológicas de microorganismos vivos y extintos. El cultivo microbiano y la secuenciación masiva de genes mostraron que muchas de las secuencias de ADN encontradas procedían principalmente de un ‘microbioma oscuro’ no identificable, y la mayor parte del material genético procedía de microorganismos no descritos anteriormente. Los autores señalaron que sus hallazgos revelan “un alto e inusual grado de indeterminación filogenética”.
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De este modo, “el microbioma oscuro de Piedras Rojas puede estar compuesto por especies existentes, realmente novedosas, que no se encuentran en ningún otro lugar de la Tierra, pero también puede ser […] que represente la comunidad remanente de especies microbianas […] en el pasado distante, del cual no se encuentran parientes actuales en las bases de datos de secuencias”, escribieron los autores.
Los límites de detección actuales
Sin embargo, los análisis de los instrumentos del banco de pruebas utilizados en Marte, o que formarán parte de futuras misiones, revelan que apenas pudieron detectar unas pocas huellas fósiles moleculares. Algo similar ocurrió con la posibilidad de encontrar compuestos orgánicos. Los investigadores argumentan que sin mejorar nuestra capacidad para detectar e identificar esos rastros, la vida en Marte seguirá eludiéndonos. Especialmente si la vida que estamos buscando existió hace miles de millones de años.
El año pasado, el rover Perseverance, de la NASA, encontró “valiosas” muestras de materia orgánica en el antiguo delta de un posible río en el cráter Jezero, en Marte. Aunque no se trata de una prueba segura de que haya existido vida en el planeta rojo, pues no está claro si esas moléculas realmente tienen orígenes biológicos, los científicos consideran que es la mejor posibilidad hasta ahora de poder algún día detectar con certeza una posible vida microbiana antigua.
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Analizarlas en la Tierra
Los investigadores escribieron que sus “resultados enfatizan la importancia de traer muestras a la Tierra para abordar de manera concluyente si alguna vez existió vida en Marte”. La NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) están trabajando para traer las primeras muestras de la superficie de Marte a principios o mediados de la década de 2030. El transporte de material del Planeta Rojo se llevará a cabo dentro del programa Mars Sample Return, cuyo fin es estudiar las muestras en laboratorios terrestres con herramientas de última generación.