Las cosas que el hombre ha creado desde su existencia, han tenido como intención ser extensiones de sus cuerpos y mentes, además de servir como potenciadores de la fuerza que los ayudaban a sobrevivir, alimentarse, procrear y protegerse.
Actualmente, muchos de los artículos cotidianos que nos permiten acciones tan comunes para nosotros como comunicarnos, divertirnos, transportarnos o educarnos, realmente fueron fabricados mediante procesos que envuelven factores técnicos y culturales complejos, por ejemplo, las butacas que se instalan en teatros, auditorios, cines, estadios…
Las butacas, asientos que brindan confort, han evolucionado de manera importante: primero existió la silla, y mucho antes de ella, una roca, el tronco o un montículo de tierra que las personas usaban para el descanso, ahora las butacas son de nogal, textil antiflama, mecanismo retráctil y ergonómicas, incluso, existe mobiliario especial para resolver problemáticas específicas. La historia de cada artículo, su diseñador, la firma que lo manufactura y los materiales que lo componen, se convierten en factores determinantes en la decisión de su compra.
Esta evolución del objeto sucede gracias al diseño industrial, que de acuerdo a la definición del ICSID (International Council of Societies of Industrial Design), es: “Una actividad creativa cuyo objetivo es establecer las cualidades polifacéticas de objetos, de procesos, de servicios y de sus sistemas en ciclos vitales enteros. Por lo tanto, el diseño es el factor central de la humanización innovadora de tecnologías y el factor crucial del intercambio económico y cultural”.
El diseño, la cultura y la innovación están ligados con la humanización de las tecnologías; es decir, se crean proyectos a partir de las condiciones del ser humano. Estos temas, cultura y humanización, serán tratados en siguientes entradas.