Hablamos de ese final de los 70 y los maravillosos ochenta.
Por Roger Trujillo Jr.
Alexis Argüello se movió en los casilleros de tres distintas categorías, sin pesos intermedios y con un embudo que solo permitía la mezcla de dos organismos (AMB y CMB) filtros que como un cuenta gotas daban a luz verdaderos dioses del ring.
Hablamos de ese final de los 70 y los maravillosos ochenta, esa época cuando el Procuro Olvidarte de Hernaldo batía récords en el hit parede de habla hispana, mientras Alexis hacia astillas rivales en Japón, Rímini, New Orleans y resto del mundo.
El boxeo era a 15 asaltos, se enfrentaban lo mejor de lo mejor, sin excusas, tampoco pretextos a lo Canelo Álvarez, huyendo como ciervo asustado frente al León triple GGG, eran tiempos de brillo y esplendor, cuatro fantásticos como Durán, Hagler, Hears o Leonard llenaban sitios a placer y la escogencia de contrincantes inflados como pollos tragando hormonas de crecimiento nunca fue parte del libreto.
Las batallas de Sugar Ray Leonard vs Roberto Durán, siguen como piedra angular vistas desde cualquier butaca, sin menos grandeza también hay sitio para los sangrientos combates, entre Argüello y Escalera, una en Puerto Rico y otra en tierras del dictador Mussolini.
Si Nicaragua se vistiera con un rostro, ese sería sin duda el de Darío, con sus versos sublimes y su prosa celestial es imposible opacar al Príncipe, Rubén puso en el mapa mundial a Nicaragua.
Con mayúsculo atrevimiento y el riesgo que implica verter opiniones, diría que Argüello supo deportivamente llevar sobres sus guantes el olor a las aguas del Río San Juan, y como nuestra Gioconda Belli, agregaría que nos vistió porque estábamos desnudos.
¡Alexis se echó en el bolsillo a millones de pinoleros en cada gancho al hígado! tan grande es el flaco que como líquido de contraste en las venas, superó la barrera generacional y endosó sin forzamiento alguno esa idolatría por el héroe y sus victorias.
El blanco y negro de la TV que imponía la pobreza de mi natal país, jamás impidió aminorar los gritos después de aquella derecha que desplomó a Mancini, se dijo que sería ”Boom Boom” el Waterloo del Flaco, la historia del round 14 en Atlantic City, New Jersey, USA, se escribió de una manera muy distinta, un referí deteniendo las acciones después del frenesí de Argüello dio cuenta del brioso púgil norteamericano de tan solo 20 años, colocando esa reyerta la revista The Ring como pelea del año en 1981.
Frente al escocés Jim Watts en Londres Inglaterra, durante quince rounds Argüello hilvanó un triunfo que le convirtió en el sexto boxeador de la historia en lograr tres títulos mundiales, siendo apenas el segundo latino después de Wilfredo Benítez en conseguir tal hazaña, defendió además sin derrota alguna, en dieciséis ocasiones sus tres coronas mundiales.
El flaco explosivo despuntó en Inglewood California aniquilando al mexicano Rubén Olivares incrustándose su primera corona un 23 de Noviembre de 1974.
Parece ser que los hados de la buena fortuna han orquestado una alineación planetaria, porque ahí mismo el próximo 10 de septiembre Chocolatito González estará desafiando la historia y la maldición que Aaron Pryor insertó en el Orange Bowl de la capital del sol Miami, un embrujo que Román intentará romper.
Mientras la figura de González se engrandece, la de Alexis Argüello permanece indestructible y es como el Azul sempiterno que escribió el poeta, magnifica y digna de reverencia.
Disfrutemos del discípulo, porque el maestro lo forjó con sus manos de alfarero, ese barro y esa agua que Alexis junto y formó ha dado a luz algo formidable, tan nicaragüense como Dennis, Cheslor y los Mejía Godoy.
¡Brindemos por Chocolatito; que es nuestro como Sergio Ramírez y su Margarita está linda la mar!
*Miami Fl USA