Con la edad, el cerebro no solo se deteriora, como se sabe desde hace mucho, sino que algunas de sus regiones importantes empiezan a funcionar mejor, como la corteza frontal, responsable de la función cognitiva superior
Investigadores del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, EE.UU., han demostrado cómo la materia blanca del cerebro humano, los haces de axones que conectan las regiones de materia gris (neuronas), cambian con la edad, y estos cambios no siempre son negativos.
En concreto, descubrieron un aumento de actividad de la corteza frontal, que calificaron como “una especie de compensación” a que otras conexiones en el cerebro se reduzcan.
La mitad del cerebro humano está formada por materia gris, células nerviosas que procesan sensaciones, controlan el movimiento voluntario y permiten el habla, el aprendizaje y la cognición. La otra mitad es la llamada sustancia blanca, configurada principalmente por axones de neuronas, es decir, la parte de las neuronas encargada de conectar las zonas de materia gris entre sí y transmitir la información procesada al resto del cuerpo.
Al mapear la actividad cerebral en tres dimensiones, el equipo pudo separar y detectar de manera confiable señales de la materia blanca, abriendo la puerta a una mejor comprensión de esta otra mitad del cerebro, tradicionalmente menos estudiada, informa MedicalXpress.
Al estudiar escáneres cerebrales de personas diferentes grupos de edad, los investigadores encontraron que la conectividad general de diferentes regiones del cerebro disminuye gradualmente con la edad, pero al mismo tiempo aumenta la actividad en la corteza frontal, que desempeña un papel importante en la función cognitiva superior, es decir, en nuestra habilidad para enfrentar situaciones complicadas, como la toma de decisiones, la planificación y la creatividad.
Este cambio posiblemente compense la disminución en otras áreas, estiman los científicos.
Los investigadores ahora están estudiando cuáles podrían ser las consecuencias funcionales de los cambios vasculares en la materia blanca, que se han asociado a trastornos cerebrales como la enfermedad de Alzheimer.
En el futuro, afirmó John Gore, uno de los autores del estudio, medir los cambios en la conectividad funcional entre regiones del cerebro podría servir como biomarcador, una forma de monitorear enfermedades que afectan a la materia blanca y la respuesta al tratamiento.