La comparecencia de Austin ante un comité de la Cámara de Representantes, dirigido por los republicanos, será la primera vez que los legisladores lo interroguen directamente
Lloyd Austin, secretario de Defensa de Estados Unidos, participará este jueves en una rendición de cuentas en el Congreso por su decisión de mantener en secreto su operación de cáncer de próstata y posterior hospitalización ante el presidente Joe Biden y el Gobierno del país.
Aunque Austin ya ha pedido disculpas públicas por la forma en que trató el asunto, su comparecencia ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, dirigido por los republicanos, será la primera vez que los legisladores lo interroguen directamente.
“Es totalmente inaceptable que se tardara más de tres días en informar al presidente de que el secretario de Defensa estaba en el hospital y no controlaba en Pentágono”, dirá en la audiencia el jefe del comité, Mike Rogers, según los comentarios preparados previamente.
Así mismo, Mike argumentará que mientras “las guerras se agravaban en Ucrania e Israel”, los barcos norteamericanos “estaban bajo fuego en el mar Rojo” y las bases estadounidenses “se preparaban para ser atacadas en Irak y Siria”, Biden no tenía idea que su secretario de Defensa “estaba fuera de combate”.
En lugar de revelar su estado de salud, Austin, de 70 años, optó por mantener en secreto la prostatectomía que se le practicó el pasado 22 de diciembre, así como una posterior hospitalización en enero debido a complicaciones asociadas a la intervención quirúrgica.
Biden reconoció que Austin cometió un error de juicio al no informarle de su hospitalización, pero subrayó que sigue confiando en él para el cargo y que considera que puede seguir ejerciendo sus funciones pese a sus problemas de salud.
Asimismo, el pasado lunes el Departamento de Defensa dio a conocer un resumen de una revisión de 30 días sobre las circunstancias en torno a la hospitalización de Lloyd, asegurando que no había indicios de “mala intención” ni de intentos de ocultar información.
Rogers también planea criticar dicho informe por no ofrecer respuestas reales sobre qué personas sabían algo al respecto, así como tampoco sobre cuándo y quién incumplió sus obligaciones. “Nos hicieron creer que su revisión interna de 30 días arrojaría alguna pista sobre el asunto. Pero no incluye ninguna explicación de por qué el presidente y su personal no fueron informados, no hace recomendaciones para mejorar la comunicación con la Casa Blanca, y, como era de esperarse, no responsabiliza a nadie”.