LA JORNADA

El Zonte: un pueblo salvadoreño sin calles asfaltadas donde se compra con bitcóin

Desde que el presidente salvadoreño Nayib Bukele anunció que el bitcóin será una moneda de libre curso en El Salvador, El Zonte se ha convertido en imán para los curiosos y epicentro de un proyecto pionero, pero no libre de críticas

Calles de tierra donde se hace difícil avanzar cuando llueve, aguas residuales estancadas, barriles con la “B” de bitcóin como basureros, uno que otro turista extranjero y gente local amigable. Eso es lo que se encuentra al visitar El Zonte, un cantón de Chiltiupán, en el departamento de La Libertad.

“Aquí se puede pagar con bitcóin”, dice sonriente Margarita Castillo, una joven de 23 años que vende refrescos, útiles escolares y camisas estampadas en este pueblo costero ahora conocido como el pionero mundial en el uso del bitcóin.

Esta criptomoneda será legal en el país centroamericano a partir del 7 de septiembre, después de que el presidente salvadoreño Nayib Bukele anunció que a su gobierno le resulta más barato operar con bitcóin que con dólares.

Y aunque la economía salvadoreña está dolarizada desde hace 20 años, Bukele ha dicho a los ciudadanos del país que el dólar seguirá siendo legal y que no obligará a los salvadoreños a usar la criptomoneda.

Sin embargo, la ley aprobada por el Congreso salvadoreño establece que “todo agente económico deberá aceptar el bitcóin como forma de pago”.

En El Zonte se usa el bitcóin desde antes de que fuera una moneda legal. Los comerciantes y algunos turistas utilizan la aplicación Bitcoin Beach para comprar alimentos, golosinas e incluso para recibir salarios.

En las calles de tierra no es raro encontrar hombres trabajando en las obras de instalación de tuberías de aguas negras con fondos de cooperación estadounidense administrados por Fomilenio II. Tampoco es inusual ver a jóvenes con camisas que llevan el logo de bitcóin, que trabajan en proyectos de Hope House y reciben su salario a través de Bitcoin Beach.

Pero algunos comerciantes aún se resisten al uso de la criptomoneda. Las razones se relacionan con la falta de información sobre el uso del bitcóin, la falta de teléfonos inteligentes para las transacciones y el poco acceso a internet. Otros resienten la volatilidad de la moneda y eligen no arriesgarse.

A diferencia de El Tunco, un paraíso para los surfistas aledaño a El Zonte, este pueblo pionero en el bitcóin aún carece de calles pavimentadas, de un buen sistema de drenaje y de agua potable, y a excepción de algunos hoteles de lujo, la mayoría de negocios son pequeñas tiendas y ventas ambulantes.

Las casas en El Zonte son de láminas y bloques de concreto y como el país centroamericano se encuentra en época lluviosa, el lodo se acumula en el centro de las vías de tierra.

Pese a ello, los habitantes llevan dos años intercambiando bitcoines en silencio. El pueblo cuenta con un cajero automático y una persona encargada de orientar a los usuarios a comprar criptomonedas.

Aunque la joven encargada del lugar explica que ahora ya no hay tantos usuarios como cuando el presidente Bukele anunció la nueva moneda en junio, ella espera que la afluencia crezca cuando el gobierno entregue 30 dólares en bitcoines a quienes descarguen la billetera electrónica “Chivo”.

“Chivo” es el equivalente salvadoreño a la palabra “chévere” en Venezuela o “cool” en Estados Unidos, ahora el gobierno de Bukele la ha adoptado para convertirla en el nombre oficial de su propia aplicación de bitcóin.

Expertos en informática, como Carlos Palomo, quien también es fundador de la organización TRACODA, piden al gobierno transparentar la tecnología detrás de la aplicación. Palomo cree que una de las formas de hacerlo es poner a disposición el código fuente.

“El Gobierno debe apostar por transparentar al máximo posible la tecnología que va a utilizar en Chivo, para que cualquier persona o informático puedan verificar que no se está utilizando esta aplicación para espionaje, para captar datos que no guardan relación con las transacciones financieras”, dijo.

No ha sido sino hasta hace unas semanas que el presidente Bukele dio una conferencia de prensa en la que explicó el porqué de la decisión de legalizar el uso de la criptomoneda.

“Lo que se intenta con la Ley Bitcoin es conectar nuestro país con el resto del mundo, traer divisas, inversiones, turismo y dinamizar nuestra economía”, precisó Bukele.

Paralelo a eso, el gobierno ha recibido críticas por no consultar a los ciudadanos la adopción de una nueva moneda. Y, en su defecto, dar poca información por medio de mensajes cortos y entrevistas en inglés.

La oposición, representada por el partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que gobernaron El Salvador durante treinta años y que hoy son minoría en el congreso, acusa a Bukele de “imponer” el bitcóin. Además, de golpear la economía con una moneda inviable.

Pero una de las ventajas de la criptomoneda, explicó el mandatario, es que el gobierno no cobrará comisión por el envío de remesas ni por las conversiones de bitcoines a dólares. Sin embargo, el cajero en El Zonte sí cobra una comisión de entre el 5% y el 7% por las transacciones.

Un impulsor de la criptomoneda

Hope House (Casa Esperanza) conocida hace 13 años por el proyecto “Llenando el tanque de amor de los niños” llegó a El Zonte con proyectos relacionados al deporte, a la educación, al emprendimiento y a los valores espirituales.

Ese “grupo de amigos”, explica Renato Salazar, ha sido el impulsor del uso de la criptomoneda en el pueblo costeño.

“Dado que estamos en un área turística, muchas personas venían y se dieron cuenta de los proyectos que estábamos desarrollando con los niños y la juventud. (…) Apareció un donante anónimo y dijo ‘yo quiero colaborar, pero solo tengo bitcoines’, y así fue como llegó bitcóin a El Zonte hace tres años”.

Tras las donaciones, Hope House comenzó varias capacitaciones sobre el uso de bitcoines en la comunidad.

Salazar explicó que la criptomoneda tiene sus riesgos por el tema de la volatilidad, pero que los habitantes pueden utilizarla solo como moneda de intercambio y no como moneda para invertir si no lo deseaban.

“Se habló con un comercio acá para que recibieran los pagos en bitcóin y así sucesivamente poco a poco fue creciendo. (…) No toda la gente la recibe y no se le obliga a nadie tampoco”, dijo.

El cierre de la economía a nivel mundial consolidó el uso de la criptomoneda en El Zonte. Margarita Castillo, a quien citamos al inicio del reportaje, relata que recibió 35 dólares en bitcoines durante algunos meses por parte de esta organización sin fines de lucro.

“Nos ofrecieron un bono en bitcóin para ayudar a las familias. Nos hablaron de la aplicación y yo decidí aceptar. No me costó adaptarme, es como una cuenta electrónica que uno anda en su teléfono. A veces sube y ahí viene el beneficio. Así como sube también baja, es un riesgo que uno corre”, agregó.

Para Hope House, el uso del bitcóin se relaciona con la inclusión financiera. Salazar pone el ejemplo de una niña de 14 años que recibe un incentivo en bitcóin al cumplir sus tareas y, haciendo uso de la tecnología, va a una tienda y consume en bitcoines.

O un señor que cambió el techo de su casa con la ganancia que le dejó el incremento en el valor de la moneda.

“Durante la pandemia el bitcóin fue una herramienta porque pudimos apoyar a 300 familias durante varios meses. La gente recibió un aporte y ellos pudieron comprar víveres en los comercios que ya lo aceptaban”, agregó.

Strike, una plataforma de pagos digitales asociada con el gobierno salvadoreño, se encuentra en las mismas instalaciones de Hope House, en El Zonte. Sin embargo, Salazar asegura que Hope House no tiene relación con el gobierno salvadoreño ni son “el laboratorio del bitcóin” como les han llamado en algunos espacios.

Bitcóin en El Salvador, ¿conviene o no?

No hay un estudio ajeno a lo que vive El Zonte, que indique si el bitcóin en El Salvador puede hacer crecer o no la economía salvadoreña.

Pese a que El Zonte lleva tres años con el uso de la criptomoneda, las condiciones económicas son similares a las de pueblos costeros aledaños.

Tito Antonio Cartagena, alcalde de Chiltiupán, municipio al que pertenece El Zonte, dice que de 12.000 habitantes que tiene el municipio, hay entre 500 y 700 que ya utilizan las criptomonedas, es decir el 5% del municipio.

Uno de los beneficios que señala son las inversiones. “Vienen o nos llaman y nos dicen que quieren invertir en Chiltiupán, que están buscando propiedades”.

Pero Chiltiupán se divide en el casco urbano, ubicado en zona montañosa, y la zona costera donde se encuentra El Zonte. El propósito de la municipalidad es llevar al casco urbano un cajero de bitcóin y una casa de cambio, pues son pocos los negocios que aceptan la criptomoneda en la zona.

El restaurante Típicos Mamá Letty fue el pionero en el uso de la criptomoneda en el casco urbano. Saúl Díaz, representante del restaurante, dice que aceptar la criptomoneda ha incrementado los clientes, pues llegan muchos extranjeros de la zona costera buscando pagar con bitcóin.

“Además, los que venden verduras ya aceptan bitcóin. Antes era bien difícil porque si yo aceptaba bitcóin no tenía con quien cambiarlo. Tenía que buscar un cajero y ahí sí cobran comisión”, dijo.

Pero el comerciante, como muchos otros salvadoreños, también ve desventajas. Una de ellas es que no todos tienen el dinero para comprar un teléfono que soporte la tecnología requerida por el bitcóin. Y la conexión a internet, además, suele ser limitada.

También, un comedor frente a la playa El Palmarcito, cerca de la bocana que atraviesa el pueblo, se niega a aceptar el bitcóin en su negocio. “Eso no me interesa, no voy a hablar de eso”, acotó de forma tajante la comerciante del lugar.

El alcalde, que ganó el municipio bajo la bandera de Nuevas Ideas, partido político fundado por el presidente Bukele, asegura que busca mejorar la señal de Internet en la zona para que más negocios acepten la criptomoneda.

Asimismo, la municipalidad busca que aquellos salvadoreños que viven fuera de El Salvador, mayormente en Estados Unidos, y que tienen propiedades en el municipio, paguen los impuestos con bitcoines.

Pero el economista Rafael Lemus ve el tema más allá de potenciales inversiones y pagos. Él cuestiona que la ley le ha dado calidad de moneda de curso legal a “un instrumento que no es moneda ni divisa, sino un activo virtual especulativo”. Y que por su volatilidad ha probado “ser inefectivo”.

“No cumple con las funciones principales del dinero que son: medio de pago, reserva de valor y unidad de cuenta. El Salvador busca darle al bitcóin solamente la facultad de medio de pago. En la misma ley se reconocen las limitaciones del activo virtual”, asegura.

¿Hay condiciones para operar con la criptomoneda?

No toda la población podrá utilizar el bitcóin como medio de pago, y las limitantes tienen relación con la economía.

De siete millones de salvadoreños, al menos un 75% no dispone de acceso a servicios financieros formales, según el Banco Mundial. Y hasta un 39% de los salvadoreños vive en pobreza, según un estudio de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de El Salvador.

La brecha digital, además, es aún una deuda: cerca de la mitad de los salvadoreños no tiene acceso a internet.

La Voz de América pidió a la oficina de comunicaciones del gobierno una entrevista con la ministra de Economía para conocer, paralelo a la implementación de la moneda, cómo piensa el gobierno superar estas dificultades, pero no hubo respuesta.

Mientras tanto, Margarita Castillo, la joven dueña de la tienda de ropa, saca provecho del uso de bitcóin: “La gente que pierde es por ambición. Meten más pisto para ganar más, pero así pierden. Yo, cuando veo que tengo 10 o 20 dólares de ganancia los saco y ya me sirven para surtir la tienda o para comprar algo que necesite”.

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