¡Nicaragua arde en llamas como el Llano de Juan Rulfo! después de su maravillosa clasificación a Copa Oro; y es que andar por los caminos enseña mucho decía el escritor mexicano.
Seguramente Henry Duarte leyó el célebre libro, porque tuvo paciencia y esa fue su mayor ventaja. El técnico costarricense supo acortar veredas y nos metió junto al resto del plantel en el cielo, tras lograr una remontada que es un hito para el balompié pinolero.
Nicaragua entera se vio grandiosa con el mejor soldado constructor del mayor milagro: Juan Barrera y su hat-trick desequilibrante en las postrimerías del partido, demostrando porque es el mejor jugador que ha dado a luz la tierra de Darío.
¿La ilusión? Eso cuesta caro, dice Rulfo y es una certeza después del 3×1 en Puerto Príncipe que nos dejó al borde del precipicio. La incertidumbre de revertir un marcador tan adverso era como tener la guillotina meciéndose colgada de un cabello sobre nuestro cuello.
Ninguna remontada es propia de pequeñuelos, pertenece a una clase superior, ¡pero ocurrió así!, Nicaragua se agigantó como el Barcelona de Messi, Neymar, Suárez y Sergi Roberto victimarios del PSG; luchando contra reloj. Bastó un solo hombre de la tropa nicaragüense para marcar tres goles de antología a escasos seis minutos del final, emulando a los más grandes del fútbol mundial.
De pronto el equipo de Haití se vio jugando en la oscuridad, desorientados frente a una Nicaragua irreconocible por la seguridad con que se plantó en el césped sin salirse del plan. Trazando sin perder la calma cada pincelada de su Mona Lisa, inflando de orgullo el pecho de 12,000 mil espectadores en Managua.
Ciertamente Nicaragua no perdió ni por un instante su perspectiva futbolística y plasmó para la memorabilia de un país, noventa minutos tan increíbles pero reales como el Mesías alimentando a una muchedumbre tan solo con cinco panes y dos pescados.
Parafraseando a Miguel Hernández, el epitafio diría:
Un manotazo duro, (con pierna derecha de Barrera)
un golpe helado, (la testa de un iluminado)
un hachazo invisible y homicida, (de izquierda como centella)
un empujón brutal te ha derribado. (3×0 ha finalizado)