En Managua al igual que en la mayoría de las grandes ciudades de Latinoamérica, se ha tenido un incremento en la problemática del mal manejo de los residuos, resultado de la creciente urbanización e industrialización. Aumentaron los ingresos de la población (actualmente se estima que los ingresos son directamente proporcionales a la cantidad de residuos generados), asimismo se cambiaron los hábitos de consumo y surgieron mayores retos en el sistema de recolección de los residuos.
Según la Alcaldía de Managua, la recolección anual de desechos sólidos en la capital ha promediado entre 406,840.7 tonelada métricas en el año 2007 al 2012, donde el 60.7% fue generado por los domicilios, esto indica que, en promedio, el desperdicio diario por habitante ronda los 0.66 kilogramos (1.44 libras), dada una población de aproximadamente 1.025 millones de personas. Fuente: Instrumentos Económicos Para un Eficiente Manejo de los Desechos Sólidos en la Ciudad de Managua.
Para asegurar el manejo eficiente de esta inmensa cantidad de residuos, Nicaragua cuenta con diferentes instrumentos que regulan el actuar de la Gestión Integral de Residuos. Por ejemplo, la Ley General de Medio Ambiente y los Recursos Naturales (1996), representa la primera ley nicaragüense que establece una normativa general para la gestión de residuos y el reciclaje. Su Artículo 129 asigna a las alcaldías la responsabilidad de operar sistemas de recolección, tratamiento y disposición final de los residuos sólidos no peligrosos, con conformidad a las normas que son emitidas por el Ministerio de Salud y el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales.
Respecto del reciclaje, la ley estipula que el estado “estimulará el reciclaje de desechos domésticos y comerciales para su industrialización”, a través de incentivos fiscales que impulsen la inversión y de procedimientos técnicos y sanitarios aprobados por las autoridades (Artículos 44 y 130).
La realidad de nuestro país, no es diferente a la de otros países del istmo y de la región, quienes no contemplan los costos económicos de la contaminación en sus diversas formas, por lo que no se está conscientes del grado de deterioro ambiental que provoca el mal manejo de los residuos sólidos.
Sólo por citar un efecto, se asegura que el exceso de residuos origina un agotamiento de los recursos vírgenes, lo que ha motivado la necesidad de encontrar formas efectivas para contrarrestar los efectos negativos. En este sentido, el reciclaje se perfila como una alternativa viable para el tratamiento de los residuos, antes de utilizar otras formas como incineración, confinamiento, basureros, entre otras. Cabe señalar que el 29.9% de los hogares nicaragüenses emplea precisamente alguna de estas formas inadecuadas de manejo sólido; mientras en el sector rural alcanza el 95% de los hogares.
El exceso de residuos que se originan todos los días, ha dado paso a la posibilidad de emprender actividades de procesamiento de estos materiales, desde la recolección y acopio, hasta su tratamiento e incorporación en los procesos productivos como materia prima.
En Nicaragua, hay un universo extenso de posibilidades para aquellos emprendedores. Sin embargo, hace falta un cambio radical en la mentalidad de toda la población para poder visualizar la oportunidad que se presenta. Esto implica un cambio en la connotación, ya que “desechos” se le atribuye a aquel material que no tiene valor, mientras que “residuo” es todo aquel sobrante de una actividad que es valorizado y puede ser utilizado en otras actividades.
En las diferentes etapas de la cadena de valor del manejo de los residuos sólidos, se encuentran personas que no son parte de las alcaldías o de empresas formales, sino que realizan actividades de recolección y acopio sin estar regulados, por lo que están insertos en el sector informal.
Esta tendencia es característica en todos los países de Latinoamérica y usualmente la realizan las personas con escasos ingresos, sin empleo fijo y con bajo nivel escolar. En el caso de Nicaragua la idea de las políticas gubernamentales como la legislación es la restitución de los derechos de esas mujeres y hombres que realizan esas actividades en los vertederos, en rellenos sanitarios, por las calles, en actos multitudinarias o detrás del camión recolecto, pero siempre trabajando de forma individual, teniendo como resultado final: a mayor cantidad recolectada mayores son sus ingresos.
El reciclaje como parte de la estructura del manejo integral de residuos sólidos permite que los residuos sean valorizables, es decir, que tengan valor económico. Diversos estudios han comprobado que el reciclaje brinda un sinnúmero de ventajas sociales, económicas y ambientales. Entre éstas sobresale el ahorro de energía, la menor descompresión de los recursos, el incremento de los productos tangibles y la generación de empleos, entre otros.
En lo que respecta al ahorro energético, en el caso del reciclaje de aluminio, se ha comprobado que este proceso reduce en un 95% el consumo de energía respecto a la elaboración a partir de materiales vírgenes, en los plásticos el 70%, para el acero 60%, para papel y vidrio 40% y 30%, respectivamente. Sin embargo, en algunos casos el reciclaje conlleva a costos elevados en términos de recolección, transporte y tratamiento.
El reciclaje debe ser considerado como parte integral del manejo de los residuos sólidos, no como un fin en sí mismo y promoverse cuando ofrece beneficios ambientales y económicos. Los beneficios obtenidos del reciclaje son mayores cuando los residuos están limpios, ya que esto aumenta su valor de mercado. Dentro de este aspecto la separación en la fuente constituye un elemento fundamental para lograr maximizar del beneficio del programa de reciclaje.
Ciertamente el reciclaje no es la solución absoluta, pero es la opción más viable a largo plazo, sin embargo, se necesita que la población se apropie del concepto reducir – reusar – reciclar, que los gobiernos municipales visibilice a los recicladores y que las empresas conciban que esto no es solo sostenible para el medio ambiente, sino que puede ser económicamente sostenible.