Cuando el Caribe se vio aislado del Pacífico por el aumento del puente terrestre de Panamá, las especies evolutivamente viejas tardaron más en expandirse a nuevos hábitats que las especies evolutivamente más jóvenes
Una mirada rápida al registro fósil muestra que ninguna especie dura para siempre. En promedio, la mayoría de las especies existen alrededor de un millón de años, aunque algunas persisten por mucho más tiempo. Un reciente estudio publicado en ‘Scientific Reports’ por paleontólogos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en Panamá (STRI) muestra que las especies jóvenes pueden aprovechar las nuevas oportunidades más fácilmente que las especies más viejas: una pista de que tal vez las especies más viejas están ligadas a un modo de vida establecido.
“Somos afortunados de vivir y trabajar en Panamá, donde la naturaleza ha establecido su propio experimento evolutivo”, comentó Aaron O’Dea, paleontólogo de STRI. “Cuando el Mar Caribe fue aislado del Océano Pacífico por el lento ascenso del Istmo de Panamá, los niveles de nutrientes descendieron y los arrecifes de coral del Caribe proliferaron. Podemos utilizar el excelente registro fósil para observar cómo la vida del Caribe respondió a esta dramática transformación ecológica y ambiental”.
La mejor opción del equipo para rastrear el cambio fue una peculiar familia de animales marinos conocidos como briozoos de vida libre. Estos animales relativamente pequeños consisten en inusuales colonias, en forma de disco y de vida libre, y estan formadas por individuos llamados zooides. “Las colonias se originan a través de reproducción sexual o asexualmente por clonación, a medida que pedazos de la colonia se desprenden y continúan creciendo”, comentó la investigadora de post doctorado de STRI y autora, Blanca Figuerola. “Abundan en el fondo del mar a lo largo de la plataforma continental a través de los trópicos, filtrando el plancton del agua a través de una hermosa corona de tentáculos ondulantes. Cuando las colonias mueren, sus esqueletos duros permanecen, y son excepcionalmente abundantes como fósiles”.
El grupo de O’Dea recolectó e identificó más de 90,000 colonias de estos briozoos de vida libre, de 200 muestras de fósiles y 90 muestras más recientes recolectadas mediante el dragado del suelo marino. Las muestras contenían lodo, arena, restos de coral y otros indicadores del tipo de hábitats donde vivieron. El equipo midió la abundancia de las 10 especies más comunes a lo largo de los gradientes de estos indicadores ambientales y ecológicos.
“Nos intrigó descubrir que, a pesar de que todas las especies podían expandirse a los nuevos hábitats caribeños creados después de la formación final del Istmo, diferentes especies lo hicieron a distintas velocidades”, comentó O’Dea. “Los patrones eran claros: las especies antiguas que se originaron antes de hace 8 millones de años tardaron 2 millones de años más en expandirse a los nuevos hábitats que las especies más jóvenes”.
“Quizás las especies más jóvenes, que tienen poblaciones más pequeñas, están menos ligadas a su historia”, comentó Santosh Jagadeeshan de la Universidad de Saskatchewan, antiguo investigador de post-doctorado de STRI y co-autor. “Las especies antiguas, con poblaciones grandes y sedentarias, pueden tener menos capacidad para escapar de roles establecidos y tolerancias ambientales definidas porque se aparean entre sí creando un flujo elevado de genes que dificulta la creación de genes para nuevos rasgos. Parece que en la evolución tampoco puedes enseñar trucos nuevos a un perro viejo”.
El estudio fue financiado por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación de Panamá, SENACYT, el Sistema Nacional de Investigadores de Panamá (SNI), la Fundación Nacional de Ciencias de los EE. UU. (NSF), la Institución Smithsonian, STRI, la National Geographic Society y el Sr. Josh Bilyk.