El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, aseguró estar consciente de la posibilidad de que la ONU, la Unión Europea y Estados Unidos les retiren la ayuda económica, luego de su descontento por la campaña antidrogas desplegada en el país.
No espero que las organizaciones de derechos humanos, ni que Obama, ni que la UE me entiendan. Si creéis que es momento de retirar vuestra asistencia, no voy a mendigar, puntualizó Duterte en un discurso ante miembros de la Policía en la ciudad de Butuan, en la sureña isla de Mindano.
Sobreviviremos como nación, indicó el mandatario, quien aseguró que nunca comprometerá la dignidad del pueblo filipino.
De acuerdo con reportes oficiales, la controversia entre el presidente de Filipinas y EEUU, la ONU y la UE proviene de las críticas que reciben los operativos ordenados por Duterte contra las drogas, por alegadas violaciones de derechos humanos.
Sin embargo, es preciso recordar que la situación con la droga es calificada como un problema de alcance nacional en Filipinas, en la cual se ven implicados más de cuatro millones de personas, entre toxicómanos y vendedores ilegales de estupefacientes.
Acabar con el narcotráfico en el territorio filipino, donde incluso existen acusaciones de la presencia del cartel de Sinaloa (México) y de estar involucrados varios altos cargos políticos, fue una de las premisas que llevó a Duterte a la victoria en las urnas en mayo pasado.
Y al parecer conscientes de esa realidad, un 76 por ciento de los ciudadanos de Filipinas apoyan la gestión de su presidente en sus primeros 90 días de accionar, según los resultados de una encuesta divulgados aquí.
No obstante, ente los cuestionamientos internacionales, Duterte reiteró la orden a los cuerpos de seguridad de disparar a narcotraficantes o drogadictos que resistan el arresto.
Ello tiene como trasfondo el hecho de que el balance oficial sitúa en cerca de tres mil 700 los supuestos delincuentes y drogadictos muertos en Filipinas desde que empezó la campaña.
De esa cantidad, mil 500 fallecieron en operaciones policiales y el resto a manos de grupos de vigilantes.