Un equipo de especialistas estudió las laringes de tres especímenes y logró determinar cómo funciona su aparato de fonación
La manera en la que las ballenas barbadas logran ‘cantar’ bajo el agua sin ahogarse fue motivo de investigación de un grupo de científicos que logró determinar cómo funcionaba el saco que les permite emitir sonidos.
Para el estudio, el equipo liderado por Coen Elemans, profesor del Departamento de Biología de la Universidad del Sur de Dinamarca, extrajo los tractos vocales de una ballena jorobada, una ballena Minke y un rorcual boreal (ballena boba) que murieron varados cerca de su laboratorio.
Además de realizar tomografías computadas y simulaciones informáticas en 3D, utilizaron las muestras para enviar aire con la intención de imitar el funcionamiento de los pulmones. “Acabamos utilizando globos de fiesta para alimentar el sistema”, explicó Elemans. Esta prueba les permitió comprobar que las cuerdas vocales no vibran como las de los humanos, sino que se frotan contra una almohadilla de grasa, que está ubicada en la parte posterior de la laringe.
A través de este mecanismo se dan las diferencias en sus sonidos, ya que las ballenas jorobadas cantan, los rorcuales boreales emiten sonidos de baja frecuencia y las ballenas Minke hacen un graznido como el de los patos.
“Estos animales inventaron fisiológicamente una novedad evolutiva para emitir sonidos bajo el agua con esta extraña laringe”, sostuvo Elemans, quien señaló que esta adaptación de la laringe surgió cuando los antepasados terrestres de las ballenas regresaron al océano, hace unos 50 millones de años. Entonces, ante la necesidad de comunicarse al mismo tiempo que utilizaban la laringe para alimentarse y separar las vías respiratorias, desarrollaron este sistema.
El peligro de la contaminación acústica
Para comprobar cómo funcionan los músculos de la laringe, los especialistas, liderados por Elemans, utilizaron simulaciones informáticas en 3D y descubrieron que no son capaces de producir frecuencias superiores a los 300 hercios o por debajo de los 100 metros.
En ese sentido, el investigador explicó que esa “profundidad y ese rango de frecuencias se solapan casi perfectamente con lo que producen los humanos”, por lo que el ruido que generan los barcos, entre 30 y 300 hercios, puede generarles a las ballenas complicaciones en la comunicación.
Pese a este descubrimiento, los investigadores señalaron que aún es necesario avanzar con las investigaciones para conocer cómo funciona el mecanismo de comunicación de estos animales. Los resultados fueron publicados por la revista Nature.