Los niños y niñas de la Escuela Andrés Castro de Chinandega, además de cumplir con sus deberes escolares también participan en diversas actividades de emprendimiento promovidas por el Programa Nutriendo el Futuro de Cargill y CARE, y ejecutado en Nicaragua por Fundación Fabretto.
Uno de estos emprendimientos consiste en la venta de plantas medicinales, ornamentales y frutales denominado “Edén terrenal, botánico y nutricional”, en donde los estudiantes asumen diferentes roles.
Es así que Darwing y Yerald se hacen cargo de las compras y relaciones con proveedores, Cesia se encarga de la ornamentación del establecimiento y la decoración del producto, Anielka y Josebeth son las contadoras; mientras que Michael y Darwing se encargan de la publicidad.
“Compramos las plantitas en viveros o nos las regalan, Cesia se encarga de pintar las maceteras, también utilizamos botellas viejas y les damos forma de búho, así se mira más linda la plantita”, comenta Anielka, mientras nos muestra los diferentes tipos de decoraciones, flores, arbustos y arbolitos que tienen en el local ubicado a un costado del huerto escolar.
Este tipo de emprendimientos estudiantiles están siendo desarrollados en diversas escuelas de Chinandega por la organización “Teach a man to fish” y el proyecto Nutriendo el Futuro de Cargill y CARE, que ejecuta en Nicaragua Fundación Fabretto.
“A través de esta iniciativa se fomenta la creatividad, liderazgo, trabajo en equipo y motivación entre los niños y niñas de cuarto a sexto grado, permitiéndoles desarrollar sus propias ideas con los recursos que tienen disponibles en la comunidad”, explica Karen Mendoza, oficial de Emprendimiento Económico del Proyecto Nutriendo el Futuro en Nicaragua.
Agrega que esto ha sido posible gracias a la formación y seguimiento de un año, durante el cual se han fortalecido las capacidades de gestión y desarrollo de emprendimientos entre la comunidad educativa.
El director de la Escuela Andrés Castro, profesor Manuel Ordóñez, dice que además del entusiasmo que genera en los jóvenes la iniciativa, contribuye a su desarrollo académico.
Cesia cuenta que mantienen un inventario entre 70 a 110 plantas, mientras que Anielka dice que mensualmente ganan quinientos córdobas. “Parte de este dinero lo hemos utilizado para comprar pintura para un aula de clases, también hemos invertido en comprar más plantitas en los viveros”, concluye Anielka.
El grupo total de niños y niñas emprendedores de la Escuela Andrés Castro está conformado por 25 estudiantes. “Todos trabajamos en equipo, desde conseguir la planta o arbolito, hasta venderlo, además así cuidamos nuestro medio ambiente”, dice el joven Yerald de sexto grado B.