Autoridades y simpatizantes del expresidente peruano Alberto Fujimori participaron en sus funerales. El Gobierno peruano dispuso que se le rindan los máximos honores, mientras que sus detractores criticaron la medida alegando su historial en materia de derechos humanos.
Autoridades y seguidores le dieron el adiós el sábado al expresidente peruano Alberto Fujimori, quien gobernó con mano fuerte durante una década al país andino. El Gobierno de Dina Boluarte le rindió honores de Estado mientras que sus detractores criticaron la medida alegando su historial en materia de derechos humanos.
El exmandatario, quien falleció a los 86 años de cáncer, fue una figura divisoria de las últimas décadas entre los peruanos, con muchos venerando su figura y otros rechazándola tajadamente.
Tras su fallecimiento el Gobierno dispuso tres días de luto nacional, menos de un año después de haber recobrado su libertad por un indulto que truncó una sentencia de 25 años por dos matanzas durante su régimen.
La presidenta Dina Boluarte, acompañada de sus ministros, encabezó las honras fúnebres a Fujimori en Palacio de Gobierno, “conforme a los honores póstumos que se rinden a un exmandario”. Saludó y abrazó a los hijos y nietos presentes en el acto.
Cientos de seguidores se agruparon en las afueras del Palacio Presidencial en el centro de Lima, portando ofrendas florales y fotografías del fallecido líder, al igual que en el cementerio privado donde finalmente fue enterrado la tarde del sábado.
Los actos oficiales se iniciaron a las 10:30 de la mañana hora de Lima con la misa de cuerpo presente en el Teatro Nacional, parte del Ministerio de Cultura.
“Finalmente eres libre del odio y de la venganza. Eres libre de esas personas que no te perdonaron, que nos rescataras del hambre y del dolor. De esos 16 años de una prisión injusta”, dijo su hija mayor y excandidata presidencial, Keiko Fujimori, con voz temblorosa, tras agradecer a las miles de personas que desfilaron para tocar el féretro del exmandatario.
Sus logros como estabilizar la economía del país y erradicar a Sendero Luminoso en la década de 1990 fueron recordados por sus leales, pero sus detractores resaltaron los desaciertos bajo un gobierno de corte autocrático.
“Gracias a él, el terrorismo se acabó”, dijo Felicita Ruiz, quien viajó desde la región andina de Ayacucho, cuna del maoísta Sendero Luminoso, para rendir homenaje al ex presidente, en Lima.
“Es una pena porque están reconociendo a alguien que fue condenado y sentenciado por el propio Estado por delitos graves”, dijo Gisela Ortiz, hermana de un estudiante asesinado durante la era de Fujimori, a la estación de radio local Exitosa.
El conflicto con el grupo rebelde dejó 69.000 civiles y militares muertos o desaparecidos, según una Comisión de la Verdad. La sombra de ese conflicto ensombrece a Perú hasta el día de hoy.
Pero mientras miles de personas como Ruiz hicieron largas filas para despedir al hijo de inmigrantes japoneses en Perú como un héroe, portando fotos y estatuillas del exlíder que se ganó el apodo de “Chino”, otros protestaron contra él.
“Este homenaje es una ofensa”, dijo María Carbajal, quien agregó que ella era una de las miles de mujeres esterilizadas como parte de un programa del gobierno de Fujimori para reducir la pobreza en las regiones rurales pobres de Perú.
Unas 300.000 mujeres fueron esterilizadas en la campaña nacional. Grupos de derechos humanos y miles de las mujeres denuncian que fueron coaccionadas. Fujimori siempre dijo que las operaciones fueron consensuales.
Añoranzas y rechazos
Los asesinatos cometidos por grupos militares secretos durante su gobierno en la década de 1990 y las acusaciones de corrupción dañaron gravemente la imagen de Fujimori. Huyó a Japón en 2000 después de que se divulgaran videos que mostraban a sus asesores entregando fajos de dinero a legisladores, empresarios y jueces para apoyar a su gobierno.
A Fujimori se le atribuye -de manera similar al ex dictador militar Augusto Pinochet en Chile- haber puesto a Perú en un rumbo económico de libre mercado, lo que ayudó a convertir al país rico en cobre en una de las economías más estables de América Latina.
Pero la reputación de Perú ha estado bajo presión recientemente, con seis presidentes en siete años y la inestabilidad política que pesa sobre la inversión en la minería del cobre, el principal motor económico del país. Eso en cierto modo ha pulido aún más el recuerdo de Fujimori.
“Tenía la esperanza de que volviera a ser presidente”, dijo entre sollozos Yusi Canchari, después de viajar durante horas desde el interior de Perú para ver su cuerpo. La hija política de Fujimori, Keiko, había dicho en julio que él podría presentarse nuevamente a las elecciones.
“Sólo quiero agradecer al presidente Fujimori por todo lo que hizo por nuestro país”, agregó Canchari. “Logró la paz. Recuerdo que construyó mi escuelita, construyó caminos, nos dio uniformes, zapatos y comida”.
La muerte de Fujimori, en una extraña coincidencia, se produjo exactamente tres años después del día en que murió su feroz enemigo, el líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán, quien murió en prisión también a los 86 años.
[Parte de este informe proviene de Reuters]