Su carrera militar terminó cuando el presidente Obama lo despidió de su cargo de jefe de inteligencia militar.
El centro de la tormenta es un lugar familiar para Michael Flynn. Despedido una vez por el Comandante en Jefe por insubordinación, ahora se ha visto obligado a presentar su renuncia ante otro.
Esta vez, el tema ha sido el contacto de Flynn con el embajador ruso en Estados Unidos, Sergey Kislyak, con el que parece haber discutido las sanciones impuestas a Rusia por Estados Unidos, elevando las dudas de si trabajaba por su cuenta en asuntos de política exterior —algo prohibido por la ley— mientras Barack Obama todavía era presidente y de si mintió a funcionarios del gobierno de Donald Trump sobre sus contactos.
Su carrera militar terminó cuando el presidente Obama lo despidió de su cargo de jefe de inteligencia militar. Entonces alegó haber sido despedido por presentar ideas más duras sobre el extremismo islámico que las de la administración, pero un funcionario de alto nivel que trabajó con Flynn dijo que el despido se debió a su insubordinación, luego que el teniente General no cumplió las órdenes de sus superiores, incluyendo las de James Clapper, el director nacional de inteligencia de Obama.
Una vez fuera del gobierno desapareció en el mundo de los contratistas militares y asesores internacionales. Sorprendió a sus colegas después de poco más de un año, cuando apareció en un banquete en Moscú junto al presidente ruso, Vladimir Putin.
Trump le dio una segunda oportunidad y lo convirtió en asesor y confidente. Como tal fue parte de los cánticos de campaña contra Hillary Clinton para “encerrarla” y llegó a tuitear que “el miedo a los musulmanes es RACIONAL”.
Su puesto de asesor de seguridad nacional no hacía necesario que Flynn fuera confirmado por el Senado.
Hijo de un veterano del ejército en la II Guerra Mundial y la guerra de Corea, Flynn se graduó como teniente segundo en mayo de 1981 de la Universidad de Rhode Island. Comenzó en el campo de la inteligencia, dirigiendo eventualmente unidades militares de inteligencia a nivel de batallón y luego, a nivel de brigada.
En los primeros años de la guerra en Irak, fue jefe de inteligencia para el Comando de Operaciones Especiales Conjuntas, la organización a cargo de los comandos secretos como el equipo SEAL 6 y la Fuerza Delta. Luego dirigió esfuerzos de inteligencia para todas las operaciones militares estadounidenses en el Medio Oriente y más tarde llegó al cargo más alto de inteligencia en el Pentágono.
Su estilo determinado, aunque controversial, fue aplaudido por muchos que vieron en él un esfuerzo por salirse de lo común y pensar más creativamente en cómo pelear contra las redes del Talibán, incluyendo el uso de búsqueda de datos y análisis de las redes sociales.
Pero otros vieron en él una fuerza disruptiva y consideraron sus esfuerzos por recopilar y analizar inteligencia que fuera más útil, como errática y propensa a las grandes posturas.
En la primavera de 2014, tras menos de dos años en su puesto, se le ordenó empacar e irse.
Pronto fundó su propia empresa, Flynn Intelligence Group, y sentó base en Alexandria, Virginia. Trajo a su hijo, Michael G. Flynn, como su asesor principal y comenzó a reclutar a veteranos y expertos en operaciones cibernéticas, logística y vigilancia.
Flynn hijo tuvo su propia controversia cuando pareció confirmar la falsa noticia que Hillary Clinton dirigía una red de abuso de menores desde una pizzería en Washington y que dio lugar a una balacera y al arresto del sospechoso que la hizo. Eso obligó a Trump apartarlo de su equipo de asesores iniciales antes de la investidura.
De igual manera, la presencia de Flynn padre en un banquete en Moscú en diciembre de 2015, cuando la cadena estatal rusa RT celebró su décimo aniversario, desató otra controversia propia.
Un video de RT muestra a Flynn senado a la par de Putin y se ve cómo se pone de pie para aplaudir al líder ruso.
Flynn ha aceptado que se le pagó por su presencia pero no ha dicho quién pagó ni cuanto. Algunos legisladores demócratas han dicho que si RT corrió con la cuenta, esa sería una violación a la Cláusula federal de Emolumentos que prohibe aún a los militares en retiro aceptar directa o indirectamente pagos de gobiernos extranjeros.
Flynn tenía esperanzas —y escepticismo— sobre las relaciones con Rusia antes de unirse a la administración Trump. En su libro de 2016 “El campo de lucha”, Flynn advirtió que Rusia se había unido a una “alianza enemiga” con Irá. pero también habló públicamente de Rusia como un potencial aliado de Estados Unidos para confrontar el islamismo radical.
Su salida del gobierno de Trump quizá disminuya esas esperanzas y aumente el escepticismo.